El hombre en busca de Pokémon - Alfa y Omega

El hombre en busca de Pokémon

En 1946, Viktor E. Frankl escribió El hombre en busca del sentido, un libro en el que explica su experiencia como prisionero en varios campos de concentración nazis; cómo encontró significado a su existencia desnuda pese a la maldad absoluta ejercida por el hombre

Pedro J Rabadán
Foto: AFP Photo/Joseph Eid

En 1946, Viktor E. Frankl escribió El hombre en busca del sentido, un libro en el que explica su experiencia como prisionero en varios campos de concentración nazis; cómo encontró significado a su existencia desnuda pese a la maldad absoluta ejercida por el hombre. Hasta en la brutalidad y el exterminio, Frankl halló una razón para vivir en la dimensión espiritual de la persona. Salvando las enormes distancias entre la barbarie humana y la banalidad de una estupidez de videojuego, en pleno siglo XXI, se necesitaría de otro gran psiquiatra para escribir el libro El hombre en busca de Pokémon. Porque sería interesante descifrar el (sin)sentido de por qué millones de personas buscan monstruitos virtuales en los lugares más habituales y en los más recónditos del mundo a través de sus móviles. Incluso, jugándose la vida de forma inconsciente.

Es el fenómeno Pokémon Go, un videojuego de realidad aumentada que consigue superar los 65 millones de usuarios al día. Su compañía, Nintendo, llegó a duplicar su cotización en Bolsa tras el lanzamiento en Estados Unidos, Australia y Europa. Ahora están conquistando Japón, donde la fiebre ya se desató a la espera de tan carismáticas criaturas. Sirva un dato: la compañía y McDonalds han acordado que esos restaurantes de comida rápida sean gimnasios Pokémon, es decir, lugares donde los jugadores pueden luchar unos contra otros y encontrar nuevos videomonstruillos. Solo por ese anuncio, la cotización de la marca de hamburguesas se disparó casi un 10 %. Las ventas (y quizás la obesidad) serán aún mayores.

Pero uno de los monstruos llora. El de esta foto, acompañado de un niño sirio con la mirada perdida, acurrucado en un peldaño de un edificio derruido por las bombas. Dudo mucho que el pequeño sepa qué narices es un pokémon. Más aún que tenga idea de cómo se juega al exitoso videojuego. Difícilmente tiene algo que echarse al estómago, como para tener un móvil con una buena tarifa de datos. Fotos como esta han sido distribuidas en las redes sociales por el grupo rebelde que lucha contra las tropas del dictador Bashar al Asad con el fin de concienciar a la comunidad internacional de que mejor sería centrar nuestros esfuerzos, nuestro tiempo y nuestro dinero en rescatar a esos niños que a monigotes imaginarios. Con lemas como Hay una gran cantidad de pokémon en Siria, ven y sálvame, intentan remover conciencias. La pena es que muchos ni verán este llamamiento porque están sumergidos en un mundo virtual que les aleja cada vez más de la realidad del sufrimiento humano. Como Viktor E. Frankl, yo pregunto: «¿En qué reside la felicidad de la persona humana?».