Jean-Louis Gazzaniga: «Las víctimas necesitan agarrarse a Dios y rezar» - Alfa y Omega

Jean-Louis Gazzaniga: «Las víctimas necesitan agarrarse a Dios y rezar»

En cuanto se supo que la tragedia se cebaba sobre Niza, el alcalde llamó al párroco de Saint-Pierre d’Arène, la iglesia más cercana a donde yacían las 84 víctimas. Desde entonces, la Iglesia local está teniendo un papel fundamental en el acompañamiento de las víctimas y en intentar que la capital de la Costa Azul recupere la serenidad. El vicario general de la diócesis lo cuenta a Alfa y Omega

José María Ballester Esquivias
Jean-Louis Gazzaniga, vicario general de Niza. Foto: Archivo personal de Jean-Louis Gazzaniga

«En un primer momento, hay que escuchar el sufrimiento de la gente, no tenemos que adoctrinarlos, ni disponemos de fórmulas mágicas, ni podemos contestar a todas las preguntas». Ocho días después de la tragedia –la conversación telefónica con Alfa y Omega tuvo lugar el viernes 22– que se llevó la vida de 84 personas, el padre Jean-Louis Gazzaniga, vicario general de la diócesis de Niza opta por no precipitarse cuando se le pregunta acerca de los planes pastorales de atención a las víctimas.

«Poco a poco», explica, «les indicaremos un camino –para muchos será largo– en el que descubrirán que responder al Mal con el Mal nos lleva a la destrucción y que el Señor nos propone un itinerario que lleva al Bien». Sin embargo, es lúcido y no duda en afirmar que «no todas las víctimas están ahora dispuestas a oír que detrás de la muerte está la victoria de la vida, pero hay una diferencia entre decirlo en una celebración litúrgica normal, mientras se reza o se está en la oficina, y decirlo en estas circunstancias».

Sacerdotes en la noche de la tragedia

La delicadeza con la que la diócesis de Niza pretende gestionar a largo plazo las consecuencias espirituales de la tragedia no ha sido óbice para que el clero de la capital de la Costa Azul reaccionase con prontitud. «En cuanto se supo lo que ocurría, los sacerdotes de la parroquia Saint-Pierre d’Arène, la más cercana al lugar de los hechos, así como los del Vicariato de Niza Centro, se pusieron a disposición de las autoridades», que aceptaron de inmediato el ofrecimiento, «pues había necesidad de un apoyo espiritual y moral». Es más, «fue el alcalde quien llamó al párroco de Saint-Pierre d’Arène», revela el padre Gazzaniga.

Muchas de las personas heridas conmocionadas fueron llevadas a un edificio municipal, el Centre Universitaire Méditerranée (CUM), donde un grupo de sacerdotes las atendió durante toda la noche para que pudieran desahogarse. También estuvieron presentes pastores protestantes e imanes, pues había víctimas musulmanas. «Todo sin saber exactamente qué pasaba, ya que se barruntaba que se había producido un atentado, pero las informaciones que circulaban eran confusas y mucha gente que llegaba al CUM ignoraba que habían muerto más de 80 personas».

Llamamiento a la calma

Al día siguiente, viernes 15, el obispo de Niza, monseñor André Marceau, decidió mantener abierta la catedral de Sainte Réparate durante todo el día, y por la tarde concelebró una Misa con otros prelados, entre ellos el arzobispo de Mónaco, monseñor Bernard Barsi. El expresidente Nicolas Sarkozy ocupó un lugar preferente y asistieron representantes de las confesiones protestante y ortodoxa, pero no de la musulmana. ¿No estuvieron invitados o no quisieron acudir? «La mayoría de las veces los imanes no entran en las iglesias», dice escuetamente el padre Gazzaniga. En cambio, un sacerdote tomó la palabra en la mezquita durante las exequias de una víctima musulmana.

Sea como fuere, en palabras del principal colaborador de monseñor Marceau, «se imponía hacer un llamamiento a la calma» debido al «tufillo racista que se desprendía» de algunos eslóganes que se pudieron oír en las manifestaciones posteriores a la tragedia. En el punto de mira, estaba obviamente el islam. De ahí que desde la diócesis se limiten a constatar la ausencia de sus representantes en la catedral, pero sin comentarla.

Plan de acompañamiento a las víctimas

El padre Gazzaniga prefiere quedarse con la necesidad que ha surgido de «agarrarse a Dios y de rezar», pues –añade– «los sacerdotes me informan del aumento de las peticiones de oración y de celebraciones, una señal de que la gente quiere que se tome en cuenta su dolor».

Analizar caso por caso sería interminable. Los medios se han hecho eco de una familia que ha quedado diezmada tras perder a seis de sus miembros. El vicario general señala también el entierro, el jueves pasado, de un niño de 8 años: «La familia insistió en que lo celebrase un sacerdote amigo de su abuelo; es un deseo no solo de oración, sino también de amistad».

Para acompañar a las víctimas, la diócesis de Niza tiene previsto poner en marcha, a partir de septiembre, un plan de encuentros, así como otras iniciativas, cuyos contornos no están aún definidos. Como dice el padre Gazzaniga, «seguimos en mitad del incendio, cuando llegue la fase de las brasas, tomaremos nuevas disposiciones».