El Papa pide oraciones por las víctimas del «sanguinario» atentado de Turquía - Alfa y Omega

El Papa pide oraciones por las víctimas del «sanguinario» atentado de Turquía

Redacción

El Papa ha pedido oraciones por las víctimas del «sanguinario» atentado con bomba durante una boda celebrada por kurdos la noche del sábado en Gaziantep, sureste de Turquía, en el que al menos 50 personas murieron y decenas resultaron heridas, según medios locales.

«Un sanguinario atentado ha golpeado Turquía, recemos por las víctimas y los heridos y pidamos el don de la paz para todos», ha expresado el Pontífice durante el ángelus de este domingo.

El camino de la salvación

Además, Francisco ha reflexionado sobre la «salvación» al señalar que lo importante no es la «cantidad de hombres que se salvarán» sino saber «cuál es el camino que conduce a la salvación».

De este modo, ha reiterado que la puerta del Evangelio a la fe no es «opresiva», sino que abre con «corazón humilde». «Jesús no tiene preferencias, sino que acoge a todos sin distinción independientemente del pecado que se haya cometido», ha subrayado.

El Santo Padre ha destacado que es Jesús mismo «la puerta que conduce a la comunión con Dios para encontrar amor y compresión» que ayuda a «contener orgullo» y que desprende un «flujo incesante de misericordia que derrumba los muros» y revela «oportunidades de paz».

«Entrando por la puerta de la fe del Evangelio se abandonan las actitudes mundanas, los malos hábitos, egoísmo y cerrazón», ha incidido el obispo de Roma.

El Papa ha propuesto después a las decenas de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro que piensen en lo que les impide atravesar la puerta «como el orgullo, la soberbia o los pecados». «Pensemos ahora en la puerta abierta por la misericordia de Dios para dar el perdón», ha añadido.

Finalmente, Francisco ha señalado que para la salvación no son necesarios «discursos académicos» sino tomar las oportunidades cotidianas que hacen que olvidarse de sí mismos y darse a los demás.

Agencias / Redacción

Palabras del Papa en el Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La hodierna página evangélica nos sugiere meditar sobre el tema de la salvación. El evangelista Lucas narra que Jesús está de viaje hacia Jerusalén y durante el recorrido se le acerca uno que le presenta esta pregunta: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?» (Lc 13,23). Jesús no da una respuesta directa, sino coloca el debate a otro nivel, con un lenguaje sugestivo, que al inicio tal vez los discípulos non entienden: «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán» (v. 24). Con la imagen de la puerta, Él quiere hacer entender a sus espectadores que no es cuestión de número –cuantos se salvaran–, no importa saber cuántos, sino es importante que todos sepan cuál es el camino que conduce a la salvación: la puerta.

Este recorrido, este camino prevé que se atraviese una puerta. Pero, ¿Dónde está la puerta? ¿Cómo es la puerta? ¿Quién es la puerta? Jesús mismo es la puerta (Cfr. Jn 10,9): lo dice Él. «Yo soy la puerta», en el Evangelio de Juan; Él nos conduce a la comunión con el Padre, donde encontramos amor, comprensión y protección. Pero, ¿Por qué esta puerta es estrecha, se puede preguntar? ¿Por qué dice que es estrecha? Es una puerta estrecha no porque sea opresiva, no; sino porque nos exige restringir y contener nuestro orgullo y nuestro temor, para abrirnos con el corazón humilde y confiado a Él, reconociéndonos pecadores, necesitados de su perdón. Por esto es estrecha: para contener nuestro orgullo, que nos hincha. ¡La puerta de la misericordia de Dios es estrecha pero siempre abierta de par en par para todos! Dios no tiene preferencias, sino recibe siempre a todos, sin distinción. Una puerta, es decir, estrecha para restringir nuestro orgullo y nuestra temor, abierta de par en par para que Dios nos reciba sin distinción. Y la salvación que Él nos dona es un flujo incesante de misericordia: un flujo incesante de misericordia, que derriba toda barrera y abre sorprendentes perspectivas de luz y de paz. La puerta estrecha pero siempre abierta: no olviden esto. Puerta estrecha, pero siempre abierta de par en par.

Jesús hoy nos dirige, una vez más, una urgente invitación a ir con Él, a atravesar la puerta de la vida plena, reconciliada y feliz. Él nos espera a cada uno de nosotros, cualquier pecado hayamos cometido, cualquier, para abrazarnos, para ofrecernos su perdón. Solo Él puede transformar nuestro corazón, solo Él puede dar sentido pleno a nuestra existencia, donándonos la alegría verdadera. Entrando por la puerta de Jesús, la puerta de la fe y del Evangelio, nosotros podremos salir de las actitudes mundanas, de los malos hábitos, de los egoísmos y de las cerrazones. Cuando hay contacto con el amor y la misericordia de Dios, hay auténtico cambio. Y nuestra vida es iluminada por la luz del Espíritu Santo: ¡una luz inextinguible!

Quisiera hacerles una propuesta. Pensemos ahora, en silencio, un momento, en las cosas que tengo dentro de mí y que me impiden travesar la puerta: mi orgullo, mi soberbia, mis pecados. Y luego, pensemos en la puerta, aquella abierta por la misericordia de Dios que de la otra parte nos espera para dar el perdón. Un momento, en silencio, pensemos en estas dos puertas.

El Señor nos ofrece tantas ocasiones para salvarnos y entrar a través de la puerta de la salvación. Esta puerta es una ocasión que no se debe desperdiciar: no debemos hacer discursos académicos sobre la salvación, como aquel que se había dirigido a Jesús, sino debemos aprovechar las ocasiones de la salvación. Porque a cierto momento «el dueño de casa se levantará y cerrará aquella puerta» (v. 25), como nos lo ha recordado el Evangelio. Pero si Dios es bueno y nos ama, ¿Por qué cierra la puerta, cerrará la puerta a cierto momento? Porque nuestra vida no es un videojuego o una telenovela; nuestra vida es seria y el objetivo a alcanzar es importante: la salvación eterna.

A la Virgen María, Puerta del Cielo, pidámosle que nos ayude a aprovechar las ocasiones que el Señor nos ofrece para atravesar la puerta de la de y entrar así en un largo camino: es el camino de la salvación capaz de acoger a todos aquellos que se dejan involucrar por el amor. Es el amor que salva, el amor que ya en la tierra es fuente de bienaventuranza de cuantos, en la benignidad, en la paciencia y en la justicia, se olvidan de sí mismos y se donan a los demás, especialmente a los más débiles.

Traducción del italiano: Renato Martinez / RV