Manos Unidas reclama igualdad de oportunidades para las mujeres en el acceso a la educación - Alfa y Omega

Manos Unidas reclama igualdad de oportunidades para las mujeres en el acceso a la educación

En el mundo hay 758 millones de personas que no saben leer ni escribir una frase simple. El analfabetismo es sinónimo de pobreza y rechazo. Más de 500 millones de mujeres sufren soledad, aislamiento y marginación por no saber leer ni escribir

Manos Unidas

En un mundo que evoluciona de manera imparable hay, según la UNESCO, 758 millones de adultos mayores de 15 años, que no saben leer ni escribir una frase simple. Esto supone que más de 750 millones de personas están condenadas a la exclusión y a la pobreza por carecer de los conocimientos básicos que les permitan comprender el devenir del mundo que los rodea o carecen de conocimientos para reclamar sus derechos o afianzar sus libertades como individuos. Las dos terceras partes de estas personas, 505 millones, son mujeres.

Las personas de entre 25 y 64 años, que generalmente componen la fuerza laboral de un país, son también las que presentan las cifras más altas de analfabetismo, 509 millones. Esta carencia de conocimientos esenciales va pareja a la vulnerabilidad en todos los campos: enfermedad, explotación laboral y violación de los derechos humanos. Además, la probabilidad de que no encuentren trabajo o los engañen con los salarios es mucho más alta. El analfabetismo es, en definitiva, sinónimo de pobreza y rechazo.

Para Manos Unidas la educación es un derecho humano esencial para el desarrollo sin el que no sería posible cumplir ninguno de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS). De hecho, la alfabetización forma parte del ODS 4, que tiene como objetivo «garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida, para todos».

«La posibilidad de leer o de comprender los documentos escritos, está directamente relacionada con la erradicación de la pobreza y con el desarrollo de los pueblos y sociedades», asegura Fidele Podga, coordinador del Departamento de Estudios y Documentación de Manos Unidas. Por ello, en 2015, la ONG aprobó 219 proyectos de carácter educativo por un importe superior a los 11,6 millones de euros. Estas iniciativas beneficiaron de manera directa a cerca de 112.000 personas. Además de hacer hincapié en la educación escolar, muchos de estos proyectos tuvieron como destinatarias fundamentales a las mujeres, que sufren con mayor virulencia las consecuencias del analfabetismo.

Mujer y analfabeta: un tándem para la exclusión

El 8 de septiembre, Día de la Alfabetización, Manos Unidas denuncia que en el mundo hay más de 500 millones de mujeres analfabetas; más de 500 millones de mujeres que sufren soledad, aislamiento y marginación por no saber leer ni escribir; más de 500 millones de mujeres que pueden ser engañadas por no comprender lo que leen o por no tener nociones básicas de números. El acceso a los derechos básicos, al respaldo legal y a los avances científicos y tecnológicos, es mucho más difícil para las más de 500 millones de mujeres analfabetas.

«Cuando se dota a la mujer de autonomía y de posibilidades de desarrollo, esto revierte en sí misma, en su familia y en su comunidad», asegura Podga. «Para lograr el empoderamiento de las mujeres y la superación de las desigualdades estructurales a través del poder de movilización de la comunidad, es necesario que tanto mujeres como hombres participen en igualdad de condiciones en la identificación, diseño y ejecución de sus propios proyectos sociales y vitales. Esa participación depende de la auténtica comprensión de la realidad, para la que resulta fundamental poder leer y escribir», señala el coordinador de Estudios y documentación de Manos Unidas, quien recuerda que Manos Unidas «busca siempre la sostenibilidad de los proyectos y un mayor impacto en sus intervenciones».

Iniciativas de éxito

Contribuimos a que las mujeres encuentren su lugar en Marruecos: «A lo largo de los años, en los viajes que hacemos para visitar los proyectos que apoya Manos Unidas, hemos ido conociendo a mujeres que se empeñan en cambiar su dura realidad y que, con mucho esfuerzo, se alfabetizan sentadas en las mismas sillas del aula de primaria de sus hijos, en el suelo de una mezquita o en los pupitres del aula del Hospital Español en Tetuán, donde asistimos como invitadas a una de las clases y aprendemos junto a ellas el alifato. De esas clases y esos esfuerzos han surgido grupos de mujeres como las lindalva en Alcazarquivir que ya saben leer y escribir y, gracias a ello, se han unido para formar una asociación desde la que venden las prendas que ellas mismas confeccionan y que les quitan de las manos en cuanto salen a la venta. Mujeres, como las akouben que venden en el zoco los “mendiles” que fabrican en los telares tradicionales; mujeres de la Perla de la Costa que confeccionan vestidos, faldas y pantalones y que quieren continuar su formación, mujeres que tienen su propia cuenta bancaria y comparten con sus maridos las decisiones importantes de su familia, mujeres que están aprendiendo un oficio», relata Ana Lucas, coordinadora de proyectos de Manos Unidas en Marruecos.

Contribuimos a que las mujeres indígenas Ki’ché defiendan sus derechos y opten a una vida mejor: «Mi padre me dijo que yo soy mujer y que no tengo derecho a estudiar, que solo los hombres tienen derecho». Así fue como, en sexto de primaria, a Manuela Salam Mejía le quitaron de golpe el derecho a continuar educándose. «Yo soñaba con seguir aprendiendo, pero no me dejaron». Manuela supo desde niña lo que es ser mujer e indígena en Guatemala, país en el que el 51 % de la población vive en la pobreza y donde cerca del 36 % de las mujeres son analfabetas. Pero gracias al proyecto puesto en marcha por Manos Unidas y su socio local CEDEPEM, cuyo importe total asciende a más de 600.000 euros, Manuela y otras 400 mujeres indígenas han podido acceder a programas formativos de dos años, que les han permitido completar la educación secundaria y el bachillerato. También han recibido formación en ámbitos como la siembra de productos agrícolas con el fin, entre otros, de garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria de las familias.