En Roma, durante la canonización de la Madre Teresa, se habló español - Alfa y Omega

En Roma, durante la canonización de la Madre Teresa, se habló español

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Un grupo de españoles durante la canonización. Foto: Rocío Arévalo

En Roma se ha hablado mucho español durante estos días. Peregrinos de Colombia, México, Perú, de toda América Latina y también muchos españoles acudieron a la Ciudad Eterna para celebrar la canonización de la madre Teresa. «Hemos tenido un ambiente muy bonito y hemos podido vivir la universalidad de la Iglesia», afirma José María Calderón, delegado de Misiones de Madrid y representante en España del movimiento Corpus Christi, para sacerdotes diocesanos que quieren vivir la espiritualidad de la gran familia fundada por la nueva santa.

Desde España acudieron numerosos peregrinos procedentes de Pamplona, Castellón, Granada, Cáceres, Madrid, Toledo, Talavera de la Reina… José María Calderón, que organizó una peregrinación desde Madrid para 200 personas, desvela que España ocupaba un lugar muy importante en el corazón de la madre Teresa: «Ella se refería en concreto a Madrid, como “la ciudad del voluntariado”. Se quedaba alucinada de ver en Calcuta a muchas parejas de recién casados españoles que decidían hacer el viaje de novios a Calcuta. Eso le impresionaba muchísimo. Y hoy hay muchísimos voluntarios españoles en las casas de las Misioneras de la Caridad en todo el mundo».

A Calderón le ha impresionado especialmente la comida a base de pizza que las religiosas ofrecieron a numerosos pobres y sin hogar de las calles de Roma, para que ellos también pudieran celebrar la fiesta. Pero al mismo tiempo recuerda que madre Teresa es ahora modelo de santidad «no para que imitemos su forma concreta de vivir. Ella solía decir que para seguir sus huellas no hace falta estar en Calcuta. Decía: “Tú tienes una calcuta cerca de ti, las personas que no son amadas y que pasan necesidad”». Por eso, para vivir la espiritualidad de la nueva santa «no hace falta buscar al mendigo comido de gusanos, sino acercarte a tu vecino o tu familiar que está solo o enfermo y al que nadie visita, y ayudarle a rezar o a lavar los platos».

De este espíritu participa también Mariqui Dueñas, laica misionera de la Caridad que también ha participado en la canonización en Roma y que afirma que estos días «me han ayudado a fortalecer mi fe». Mariqui conoció en persona a la nueva santa, con la que trabajó codo con codo durante un año en Calcuta, discerniendo su vocación para ser misionera de la Caridad. Después de ese tiempo, ella misma se dio cuenta de lo esencial: «Dios nos llama a todos a hacer lo pequeño con amor. Eso es lo más importante».