«No hay alternativa a la caridad» - Alfa y Omega

«No hay alternativa a la caridad»

Alfa y Omega
Foto: CNS

Si algo hizo santa Teresa de Calcuta fue dar de comer al hambriento, vestir al harapiento, asistir al enfermo y al moribundo…

La madre Teresa es oficialmente santa desde el domingo, pero hace mucho tiempo que el pueblo de Dios tenía esta certeza en el corazón. Resulta llamativo que la canonización se haya realizado en pleno Año de la Misericordia, porque si algo hizo santa Teresa de Calcuta fue dar de comer al hambriento, vestir al harapiento, asistir al enfermo y al moribundo… Sirvió a los pobres de modo heroico, pero sin buscar acciones espectaculares. Más bien, su obra se compuso de pequeños gestos que, en esencia, comenzaban por ofrecer una sonrisa y un gesto de ternura a cualquier persona, sin distinción, que Dios pusiera en su camino, lo que hace que su método pueda (y deba) ser imitado por cualquiera. La madre Teresa fue una incansable servidora de los pobres –en el tercer mundo o en los suburbios de las ciudades en el mundo rico– porque supo ver en cada uno de ellos a Jesús. Y fue una gran defensora de la dignidad humana, algo que le impidió callar ante el crimen del aborto. Esa fue una de las principales causas de los ataques que recibió en vida y que han vuelto a escucharse estos días, acusándola de legitimar las causas estructurales de la pobreza y de perpetuar las desigualdades. Nada más injusto ni más alejado de la realidad. Cuando alguien le preguntó por qué no enseñaba a pescar en lugar de repartir peces, ella respondió que «los pobres con los que nosotros trabajamos están tan débiles que no tienen fuerza ni siquiera para sostener la caña entre sus manos. Si les parece, nosotras les alimentamos para que adquieran esa fuerza y luego ustedes les enseñan a manejar la caña».

En la canonización, Francisco subrayó que «no hay alternativa a la caridad». La afirmación tiene doble lectura. Hacia adentro de la Iglesia, el Papa no deja de repetir que una fe sin obras «está muerta», de igual modo que, sin amor al prójimo, los pobres se reducen a una simple coartada de tipo político o ideológico. Pero la madre Teresa no buscó hacer política. Por amor a Jesús, sirvió a los demás, comenzando por aquellos a los que nadie más quería. Y esto es lo que, a la larga, cambia verdaderamente las cosas.