Hasta el fin - Alfa y Omega

Este verano una amiga me dio a conocer la historia de Saed y Hazem como una parábola de la incondicionalidad y la desmesura de la misericordia de Dios. Ella la conoció a través de un vídeo de ACNUR que narra la historia de dos amigos y vecinos sirios que, después de que un bombardeo destruyera sus casas y dejase paralítico a Hazem, decidieron huir y viajar hasta Europa. A lo largo del trayecto, Saed ha cargado sobre sus espaldas a su amigo, hasta llegar en una zódiac a Lesbos. Cuando les preguntan por sus planes y hasta cuándo seguirán juntos la respuesta de los dos es unánime: hasta el fin.

De vuelta a mi barrio me reencuentro con amigos y vecinos del mundo, protagonistas de mis crónicas. Sus historias cotidianas son reflejo de un Lavapiés que resiste al acoso policial y la criminalización constante a manteros y lateros. Son relatos que nada tienen que ver con la manipulación mediática empeñada en identificarles con mafias y terrorismo islámico. Son ejemplos de supervivencia y amistad, como la de los compañeros de piso de Omar, que llevan meses cuidando de Ahmadou y haciéndose cargo de sus necesidades, desde que en una huida en una redada mantera la Policía le fracturó un brazo y una pierna.

Historias como la de Soleiman (senegalés) y Manik (bangladesí), inseparables desde que se conocieron en el centro de inmigrantes San Lorenzo y que, al compartir el infierno vivido en la Frontera Sur y en la Frontera Este respectivamente, se ayudan a superar las secuelas. O como la de Musta (marroquí) y Badara (maliense), amigos incondicionales más allá de los estereotipos racistas alimentados por los gobiernos. La ternura de su amistad rompió todo pudor cuando Badara, en medio de un acto en memoria a los muertos en Tarajal le rindió un pequeño homenaje, reconociendo públicamente que «una cosa son las leyes y los gobiernos y otras las personas, porque mi mejor amigo es marroquí y se llama Musta».

Migrantes y refugiados, iconos de un Dios transfronterizo que está a las puertas de la Europa fortaleza y llama y quiere que nos sentemos juntos a compartir la mesa de la vida, la amistad y los derechos más allá de las fronteras y las patrias.