Chieti puede marcar «un importante paso adelante» - Alfa y Omega

Chieti puede marcar «un importante paso adelante»

El dominico francés Hyacinthe Destivelle (1970), responsable de la relación con la Ortodoxia en el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, participa desde hoy en la sesión plenaria de la Comisión Mixta Internacional de Diálogo Teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa. 60 teólogos intentarán cerrar en Chieti (Italia) nueve años de trabajo conjunto sobre el primado en la Iglesia del primer milenio

María Martínez López
El padre Destivelle con el Papa Francisco y el metropolita Hilarión, responsable de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú. Foto: L’Osservatore Romano

La próxima sesión plenaria de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa tiene lugar en Chieti del 15 al 22 de septiembre. ¿Quién participa?
La Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa es el organismo oficial del diálogo teológico entre católicos y ortodoxos, fundado en 1979 en la estela del Vaticano II y de las Conferencias Pan-ortodoxas. Reúne en conjunto a las iglesias ortodoxas autocéfalas, cada una representada por dos teólogos, obispos a menudo, pero que también pueden ser sacerdotes o laicos. Puesto que hay 14 iglesias ortodoxas, la delegación ortodoxa, bajo la presidencia del Patriarcado Ecuménico, tiene 28 miembros, pero en realidad el Patriarcado de Bulgaria ya no participa en el diálogo desde hace varias sesiones. Los miembros católicos son iguales en número. Hay entre ellos cardenales, obispos, sacerdotes o laicos elegidos por la Santa Sede. Es por lo tanto un conjunto numeroso, de casi 60 teólogos.

¿Qué papel jugará usted?
Soy miembro de esta Comisión desde 2014 y participo por segunda vez en los trabajos de la plenaria, como teólogo, no como oficial del Consejo Pontificio. Durante varios años soy también un miembro de otra instancia de diálogo internacional católico-ortodoxo, no oficial, denominado Grupo San Ireneo. En el pasado era miembro del Comité mixto de diálogo teológico católico-ortodoxo de Francia.

El documento de Rávena, firmado en la reunión de la Comisión Mixta de 2007, dio un paso importante en la comprensión del primado de Pedro. ¿Saldrá de Chieti un documento del mismo calado?
El Documento de Rávena no trató principalmente sobre el Obispo de Roma, sino sobre las relaciones entre primado y conciliaridad en la Iglesia. Afirma que a todos los niveles eclesiales existen estos dos principios y son estrechamente interdependientes. Sobre el nivel universal, el documento dice que en el primer milenio, en la taxis (orden) de las iglesias, Roma ocupó el primer lugar, y que el obispo de Roma era, por tanto, el protos entre los patriarcas. Sin embargo, el documento reconocía también que católicos y ortodoxos no tienen la misma comprensión de este primado y de las prerrogativas que implicaba en el primer milenio.

En Rávena, quedó pendiente profundizar en esta comprensión del primer milenio a la luz de la doctrina de los últimos concilios católicos. ¿Cómo ha progresado el diálogo en los nueve años que han pasado desde entonces?

El Documento de Rávena efectivamente había previsto estudiar la cuestión del papel del Obispo de Roma en la comunión de todas las iglesias. La Comisión dudó entre un enfoque histórico y un enfoque más especulativo. Finalmente, en la última plenaria —Amán (Jordania), 2014— se decidió adoptar una metodología más histórica, combinándola con la teología. Se escribió un nuevo texto, que fue ligeramente modificado y enriquecido en la reunión del Comité de Coordinación en Roma, en 2015. Este texto no trata específicamente del Obispo de Roma, sino sobre una comprensión común de las relaciones entre primado y conciliaridad en el primer milenio.

¿Qué se ha aprendido durante este trabajo? De aprobarse el documento, ¿hará propuestas concretas sobre el ejercicio del primado del Papa?
Todavía es demasiado pronto para hacer propuestas concretas sobre el ejercicio del primado a nivel universal. El objetivo sería, según lo propuesto por Juan Pablo II en la encíclica Ut unum sint que «busquemos, por supuesto juntos, las formas con las que este ministerio pueda realizar un servicio de fe y de amor reconocido por unos y otros». Pero ya es importante subrayar juntos que el primado es necesario para la misma conciliaridad. Si la Comisión adopta el documento preparado en Aman y enriquecido después marcará un importante paso adelante en el diálogo, consolidando y precisando lo que se ha dicho en Rávena. Esto es tanto más importante pues algunas iglesias, particularmente la ortodoxa rusa y georgiana, no habían aceptado el documento de Rávena.

Foto: Archivo personal de Hyacinthe Destivelle

¿Ha contribuido al diálogo con la ortodoxia el impulso del Papa Francisco a la sinodalidad en la Iglesia católica?
La sinodalidad o conciliaridad promovida a todos los niveles por el Papa Francisco ciertamente facilita el diálogo con las iglesias ortodoxas. Por un lado, está su insistencia en la sinodalidad interna de la Iglesia católica: el Sínodo de Obispos, las conferencias episcopales, los sínodos diocesanos. Por otra parte, el Santo Padre presenta a menudo el diálogo ecuménico como un camino que hacemos juntos con los otros cristianos —literalmente un syn-ode, un camino común—. Podemos decir que hay una especie de sinodalidad externa vinculada a la interna.

Se espera que en Chieti estén presentes 13 de las 14 iglesias autocéfalas ortodoxas, más que en junio durante el sínodo panortodoxo. ¿Están afectando las divergencias entre los ortodoxos al diálogo ecuménico? ¿Puede aportar algo la presencia de la Iglesia católica?
Ortodoxos y católicos se enfrentan al mismo problema: cómo articular primado y conciliaridad. Históricamente, unos y otros han dado respuestas diferentes a este desafío. Pero hoy vemos juntos y afirmamos que el primado tiene que depender de conciliaridad, y que la conciliaridad no existe sin un cierto primado.

En 2014, el patriarca Bartolomé anunció que en su peregrinación con el Papa a Tierra Santa ambos se habían comprometido a un encuentro en 2025, en Nicea, para conmemorar el 1.700º aniversario del primer concilio ecuménico. ¿Se ha concretado más la propuesta? ¿Puede ser Chieti un paso hacia este encuentro?
Sería ciertamente notable que ortodoxos y católicos puedan celebrar el aniversario de este importante evento en la historia de la Iglesia indivisa. Sin embargo, dudo que la reunión de Chieti sea parte de una discusión sobre este tema.

En el marco de la guerra en Ucrania, el Patriarcado de Moscú ha pedido que la Comisión revise en Chieti la cuestión de las iglesias católicas de rito oriental, en particular la ucraniana. ¿Esta cuestión podría afectar a la reunión?
La Comisión abordó la cuestión de uniatismo en 1993 en el llamado documento de Balamand, que aborda los aspectos eclesiológicos y pastorales del problema. Por cierto, fue bien recibido por la Iglesia ortodoxa rusa. Hoy los problemas que se plantean no parecen de orden teológico, sino más bien histórico, donde el factor nacional juega un papel importante. Las memorias de unos y otros están heridas por el pasado remoto y reciente. Me parece necesaria una relectura común de la historia para una purificación de la memoria que permita la reconciliación. No creo que este trabajo sea el papel de una comisión teológica, sino más bien de una comisión de historiadores, como se hace actualmente entre sierbos ortodoxos y croatas católicos sobre el cardenal Stepinac. Entre católicos y ortodoxos, nuestras divisiones no son principalmente de orden teológico, sino sobre todo cultural y psicológico.