El exorcista por antonomasia - Alfa y Omega

Era el exorcista más famoso del mundo. Al sacerdote Gabriele Amorth, fallecido a los 91 años en Roma, algunos días le llegaron 600 peticiones para el rito de la liberación del demonio, campo en el que deja una importante herencia, con numerosos libros escritos sobre la materia. En un periodo de 30 años realizó unos 160.000 exorcismos, lo que no quiere decir que hubiera atendido a ese número de personas, sino que un individuo podía necesitar decenas de sesiones para ser liberado. Por ejemplo, en su funeral estuvo el periodista Francesco Casadei, de 52 años, que fue exorcizado hace 10 años por el anciano sacerdote y ha dedicado a su historia el libro «Cara a cara con el diablo»: «Cada dos semanas –afirma Casadei– lo visitaba para recibir la oración. Después de cuatro meses me sentí liberado». Estuvo presente también Francesco Vaiasuso, galerista siciliano de 45 años, a quien el padre Amorth, con oración y agua bendita, sacó del túnel demoníaco, tras decenas de exorcismos: «Es un combate espiritual, no estamos locos», afirma Vaiasuso, que ha contado su historia en el libro «Mi posesión».

Con un pasado de dirigente en la Democracia Cristiana, junto a Giulio Andreotti y Amintore Fanfani, Amorth abandonó una posible brillante carrera política por el sacerdocio. Entró en la orden religiosa de los paulinos, después de conocer al fundador, el beato Giacomo Alberione, siendo consagrado sacerdote en 1951.

Dotado de una pluma brillante, Amorth era un histórico colaborador del semanario «Familia Cristiana», y durante muchos años fue director de la revista mensual «Madre de Dios». «El demonio se enfurece de rabia –decía Amorth– cuando coloco algo que refleja la presencia de la Virgen». El padre Amorth solo intervenía cuando había comprobado los certificados médicos de la persona que recurría a él.

Muchas de sus declaraciones se hicieron famosas, incluyendo algunas sobre los políticos, subrayando que estos, «empujados por el diablo» en sus decisiones, habrían contribuido a la recesión mundial. En 1990 fundó la Asociación Internacional de los Exorcistas, siendo reconocida formalmente por el Vaticano en 2014, con 250 miembros en 30 países. Vio así cumplido su sueño. Cursos de formación, abiertos a laicos, se celebran periódicamente en Roma.

Desde un punto de vista histórico, Amorth tiene un mérito indiscutible, según el vaticanista Marco Tosatti, autor del libro-entrevista «Memorias de un exorcista. Mi lucha contra Satanás»: «Ha llevado a la atención de la Iglesia un hecho: Que suceden cosas inexplicables según los parámetros de la ciencia, y que estos hechos, a menudo dolorosos para quien los padece, encuentran una solución, o al menos alivio, gracias a un trabajo pastoral específico». Amorth dedicaba a su tarea de exorcista al menos ocho horas todos los días practicando de 8 a 10 exorcismos: «Ante sus ojos –cuenta su amigo Tosatti– ocurrían cosas verdaderamente impresionantes que habrían aterrorizado a cualquier otra persona, pero él en referencia a su eterno enemigo decía: “Es él quien debe tener miedo, no yo”».

Ángel Gómez Fuentes / ABC