La victoria de Pablo - Alfa y Omega

La victoria de Pablo

Rosa Cuervas-Mons
Foto: Twitter de @srraez

Hace unos días salía del hospital. Quienes hemos seguido su historia a través de los medios de comunicación y las redes sociales sonreímos entonces con la misma intensidad con que nos habíamos entristecido los días que, decía, no podía darnos buenas noticias. Porque la de Pablo es una batalla que ya se ha hecho un poco de todos. Él es el héroe; los demás solo tratamos de aprender de su ejemplo.

A sus 20 años se ha enfrentado a la leucemia, a un trasplante de médula –su padre fue el donante– y a una dura recaída. 63 días de hospital y malos momentos que no dejaba de compartir con el mundo para conseguir cuantos más voluntarios mejor para su reto: alcanzar el millón de donantes de médula. «Haz un bien común. Deja de pensar en el yo, yo, yo y piensa un poquito más en los demás», decía este marbellí que resume con la sencillez de la juventud una increíble profundidad interior.

Y lo de dejar el yo, yo, yo Pablo lo lleva a rajatabla. Le importa más conseguir un millón de donantes que aparezca el suyo y le preocupa más su familia –sus padres, sus hermanos y su novia– que él mismo.

Foto: Twitter de @srraez

Hoy objetivo de televisiones y periódicos, Pablo ya ocupó portada –contraportada, para ser exactos– en el boletín de la diócesis de Málaga de diciembre de 2015. La noticia era, entonces, que Pablo había sido elegido como abanderado de los Juegos Mundiales para Trasplantados que se celebrarán en Málaga en 2017. «Yo creo en lo que he aprendido de Pepe, mi párroco», decía a la revista cuando recordaba que el día antes de su primer trasplante «tenía mucho miedo» y pasó una hora llorando junto a él. Sus lágrimas de entonces y la sonrisa que regala ahora a diario son el triunfo de todo un guerrero. «Ha sido una batalla conmigo mismo en la que realmente pensaba que me iba a morir», decía a la salida del hospital.

Antes, en medio de esa batalla, compartía desde la cama sus pensamientos: «La muerte no es triste; lo triste es que la gente no sepa vivir». «Cada día es una lección, hay que aprovecharla. Si no sonríes, pierdes». Enhorabuena Pablo. Tú ya has ganado.