¿Cómo se ama a la Iglesia? - Alfa y Omega

Así habla T. S. Eliot en The Rock: «¿Por qué deberían los hombres amar a la Iglesia? / ¿Por qué deberían amar a sus leyes?/ Ella les habla de la Vida y de la Muerte, / y de todo lo que olvidarían. / Ella es suave donde ellos serían duros / y dura donde a ellos les gusta ser suaves. / Ella les habla del mal y del pecado, y otros hechos desagradables. / Ellos tratan de escapar constantemente».

¿Por qué no aman algunos religiosos a su Iglesia? ¿Por qué faltan al mandato fundamental que debería distinguirnos: el amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado?

El arzobispo de Barcelona ha hecho públicos los nombramientos de naturaleza parroquial para este curso. Y en uno de ellos ha saltado una polémica innecesaria, modesta pero que ejemplifica el déficit de amor. Es el caso de tres parroquias que forman una agrupación regida por un rector en los límites entre L’Hospitalet y Esplugues del Llobregat. De siempre han estado configuradas por un grupo de jesuitas; numeroso en su origen en los años setenta, reducida a dos religiosos ahora. También constituyen un núcleo relevante las cinco teresianas que viven en una de las tres parroquias, que lleva el nombre de su fundador.

El nombramiento por parte de monseñor Omella de dos sacerdotes, como rector y vicario, catalanes procedentes de la diócesis de Toledo en cuyo seminario estudiaron, ocasionó el rechazo de quienes se consideran tutores intelectuales de las parroquias. Su argumento central era que los sacerdotes –a los que no conocen en absoluto– no poseen las condiciones necesarias, porque son demasiado conservadores en lo religioso, y por el perfil obrero de la población. Es difícil entender que se desarrollen sentidos patrimoniales tan extremos que llevan a intentar campañas públicas, de algo tan diocesano como una parroquia, en lugar de acoger y buscar el trabajo conjunto con quien es el obispo. Todavía más cuando la vida de la fe en aquel territorio de 50.000 habitantes, un tercio de los cuales son latinoamericanos de mayoría católica, se encuentra muy alicaída, para decirlo con afecto. En realidad algo profundo falla en su pastoral, que necesita de la revitalización de un gran cambio.

Realmente es fascinante el funcionamiento de la mente de aquellos que hacen bandera del diálogo interreligioso y ecuménico, y a la vez se muestran tan negados para el diálogo dentro de la Iglesia.