Los salesianos intentan llevar alegría a los chicos de Alepo - Alfa y Omega

Los salesianos intentan llevar alegría a los chicos de Alepo

María Martínez López
Un momento de las actividades de este verano en el oratorio de los salesianos en Alepo. Foto: ANS

La semana pasada, al menos 300 niños murieron o fueron heridos en los bombardeos sobre Alepo, en Siria. Esta ciudad está dividida entre los barrios controlados por el Gobierno y aquellos en los que el poder lo tienen los rebeldes. Unos y otros luchan para extender su dominio.

Además de las explosiones y los disparos, solo hay luz y agua unas horas al día, y es muy difícil conseguir comida y medicinas. En medio de esta situación, los salesianos se esfuerzan para que los niños vivan con la mayor normalidad posible. El superior de la comunidad, el padre Georges Fattal, un religioso sirio, explica que en su parroquia de Alepo no tienen colegio, pero sí un oratorio y un centro juvenil para niños cristianos. Alepo es una de las ciudades donde se concentra la minoría cristiana de Siria.

El padre Georges nos cuenta que estos días están «con mucho lío». Intentan ayudar con comida a las familias de la parroquia. El viernes pasado iba a empezar la catequesis, pero se suspendió porque no era seguro ir. No es la primera vez que ocurre. Este verano, unos 900 chicos participaban en el centro juvenil. «Intentábamos traerlos en autobús, y con mucha cautela», porque en algunos barrios había disparos, explica el padre Pier Jabloyan, también sirio. Ir al oratorio en vacaciones les daba «algunas horas de alegría». Pero a mediados de julio la situación se volvió demasiado peligrosa, y el oratorio cerró unos días. «Pasamos momentos duros», cuenta el padre Pier.

Un momento de las actividades de este verano en el oratorio de los salesianos en Alepo. Foto: ANS

Unas semanas más tarde, en agosto, los salesianos habían organizado un viaje de unos días a Kafroun, una localidad en el sur del país. Algunos chicos del colegio estaban disfrutando estos días de tranquilidad, cuando los rebeldes asediaron parte de la ciudad. Los niños no pudieron volver a casa durante varios días. Ellos no corrieron peligro, pero lo pasaron muy mal porque les daba miedo que a sus familias les pasara algo.

«Nuestra voz» en la JMJ

En medio de tanta violencia, los chicos también tuvieron algún momento de alegría. A finales de julio, los salesianos, las parroquias de Alepo y 30 grupos organizaron una Jornada de la Juventud para unirse a la JMJ de Cracovia. Desde el colegio de los salesianos, 1.200 chicos siguieron los actos del Papa y escucharon a su amiga Rand Mittri, que sí estaba en Cracovia, contar al Papa y a jóvenes de todo el mundo cómo es la guerra. «Sentimos que nuestra voz se escuchaba en el mundo entero», recuerda el padre Pier.

En esta situación, ¿cómo se vive el Año de la Misericordia? El sacerdote explica que intentan enseñar a los niños a «tomarse en serio la misericordia y el perdón, porque sin ellos esta guerra no acabará nunca». Y manda un mensaje: «Rezad por nosotros».