Cáritas parroquial atiende a diario 150 niños desnutridos, como Wilmer, el bebé de la foto - Alfa y Omega

Guillermo Rovirosa, cada vez más cerca de los altares, solía insistir en que detrás de cada problema que nos planteamos hay una cuestión teológica. Y que sólo desde los empobrecidos se puede hallar la respuesta correcta.

Estas ideas revolotean en mi espíritu cuando medito sobre la situación angustiosa que padece todo el pueblo venezolano, particularmente los descartados. En mi comunidad hay un brote de difteria, enfermedad mortal que estaba erradicada desde hacía 25 años. Ya he enterrado a algunas de sus víctimas. Sumémosle paludismo, malaria, dengue, zika… Esto se ha salido de madre porque estamos cerca de la zona minera y porque el Gobierno ya no existe. Solo el hampa. Ayer una viuda demacrada zarandeó los barrotes de mi casa y me increpó: «Tengo ganas de robar, me estoy muriendo de hambre». La Cáritas parroquial atiende a más de 150 niños desnutridos diariamente, como Wilmer, el bebé de la foto. Debiéramos llegar a 800.

Muchos Job gritan hoy por qué y escuchan como respuesta la dulzura del Evangelio, la voz maternal de la Iglesia, la razón, la historia…, pero también los gritos de las sectas protestantes que han infectado toda Iberoamérica. En sus potentes equipos de sonido made in USA repiten atronadoramente: «Todo eso está escrito en la Biblia, no podemos hacer nada para cambiarlo. Solo aceptarlo, rezar». Entonces caigo en la cuenta: «Detrás de cada problema…». Y me acuerdo de los padres del protestantismo: «La sola fides, la sola Scriptura». Las sectas no son solo un problema religioso. Tienen –como nosotros– un proyecto de sociedad, de familia y de persona muy concreto, aunque lo desconozcan. Son otros los que lo han diseñado.

Foto: AFP Photo/Federico Parra

Es espeluznante pensar que casi un 40 % de iberoamericanos ya han renunciado a la razón, a las mediaciones, a la sacramentalidad del Misterio y de los pobres, a la objetividad de la tradición, a María, a la militancia…; en definitiva, a la Encarnación, piedra angular del cristianismo según Benedicto XVI. Se han entregado al subjetivismo individualista que regala las riendas de la propia vida al poder. Esta es una de las razones, y no baladí, por las que aumenta el totalitarismo y –en contraparte– la postración pasiva de la sociedad. Yo no voy a celebrar el aniversario de Lutero. No lo haré porque desgarró el Cuerpo de Cristo: el eclesial, el eucarístico y el de los empobrecidos. Ayer el luteranismo justificó el exterminio de los campesinos alemanes que se sublevaron contra los príncipes tiranos; hoy su teología sirve para legitimar el holocausto del hambre.