Barberá a la Virgen: «No me desampares ante el tribunal de Dios, que es el que al final importa» - Alfa y Omega

Barberá a la Virgen: «No me desampares ante el tribunal de Dios, que es el que al final importa»

Rosa Cuervas-Mons
Foto: EFE/Kai Försterling

La imagen es de Rita Barberá, pero podría haber sido la de Leonard Cohen o la de Fidel Castro. La exalcaldesa, el artista, el dictador… Lo dijo Horacio, «la pálida muerte lo mismo llama a las cabañas de los humildes que a las torres de los reyes»; y a ellos los ha llamado esta pasada semana.

Pero la imagen es de Rita Barberá, porque de ella nos han recordado las palabras que pronunció al tomar posesión de su cargo de alcaldesa, en un hoy lejano 1991, ante la Virgen de los Desamparados, en la basílica valenciana: «No me desampares ni en la vida ni en la muerte, pero sobre todo ante el tribunal de Dios, que es el que al final importa».

Estos días de adioses públicos y televisados hacen inevitable volver la mirada a ese final universal del ser humano. Qué pasa por la mente de alguien en esos últimos segundos de vida es un misterio tan insondable como revelador sería, en caso de conocerlo. Porque es de ahí, de esos instantes, de donde seguramente se pueda aprender la lección más importante para la vida: cómo vivirla sabiéndola finita.

«Con la muerte volvemos a Dios, como el navegante entra en la tranquila bahía del puerto. Como el niño lloroso se recuesta contra el seno de su madre que lo acaricia y enjuga sus lágrimas», explicaba, consolador, san Antonio de Padua. Y así lo siente el creyente. Pero aun con la esperanza, con la certeza, de ese destino, el misterio de la muerte duele.

La imagen de esta página de adioses es la de Barberá porque no son pocos quienes han calificado de «temprano» su adiós recordando las presiones, el calvario, han dicho, al que estuvo sometida en sus últimos meses de vida. Tanto si fue así como si no; tanto si su corazón falló por pena como si lo hizo porque era su hora, esas palabras de la exalcaldesa –«el tribunal que de verdad me importa»– son ahora un legado lleno de significado. Que, cuando somos conscientes de la muerte, pocas, muy pocas cosas, son las que de verdad importan. Que sean esas por las que vivamos.