Los pobres tienen derecho a cenar caliente, con mantel y cubiertos - Alfa y Omega

Los pobres tienen derecho a cenar caliente, con mantel y cubiertos

Robin Hood es el nuevo proyecto del padre Ángel: un restaurante que sirve a personas sin hogar «una cena caliente, con dignidad, con mantel y cubiertos, y atendidos por camareros». La iniciativa se está extendiendo ya a varios restaurantes de toda España

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El padre Ángel en San Antón. Foto: Mensajeros de la Paz

Óscar no lo tenía previsto, pero la vida le jugó una mala pasada. Arriesgó su dinero como otros tantos emprendedores autónomos en España, pero su negocio se fue a pique y al cabo de un tiempo acabó en la calle. Llegó hasta la iglesia de San Antón porque «el padre Ángel me acogió» después de varios meses de dar tumbos por la ciudad, durmiendo donde podía. Él es uno de los primeros sin techo que podrá acudir a partir de ahora al restaurante Robin Hood, una iniciativa del fundador de Mensajeros de la Paz para que las personas sin hogar puedan disfrutar también de la posibilidad de cenar en un restaurante como cualquier otra persona.

En San Antón ya se reparten cada tarde cerca de 200 bocadillos, pero el padre Ángel ha dado un paso más allá y ha querido dignificar de algún modo la cena de estas personas.

Este proyecto nació «poniendo los pies en la tierra: una tarde, a la salida de la iglesia, al ver que había una fila enorme de gente esperando a comer un bocadillo, dije que esto no se podía hacer en el Madrid del siglo XXI. Y quise organizar algo para que estas personas pudieran cenar como si estuvieran en el salón de su casa. Lo que queremos es dar a la gente una cena caliente, con dignidad, sentarlos a una mesa con mantel y cubiertos de verdad, no de plástico, y atendidos por camareros», explica el padre Ángel.

«Somos personas normales»

El restaurante Robin Hood, en el número 7 de la calle Eguilaz, cerca de la glorieta de Bilbao, está en funcionamiento ya desde este martes. «Somos personas normales. Y por lo menos, queremos poder sentirnos como personas normales durante ese ratito», cuenta Óscar, que está encantado con esta iniciativa.

Además de cenar, los usuarios de este local tendrán otras facilidades: wifi gratis, usar los aseos sin necesidad de consumir, ver la televisión, llevarle comida del local a alguien que lo necesite, celebrar cumpleaños u otras fechas especiales… Quien quiera colaborar con este proyecto puede ir allí y dejar pagado un menú para alguien que lo necesite.

El padre Ángel da los últimos retoques de Robin Hood. Foto: Mensajeros de la Paz

De momento, el fundador de Mensajeros de la Paz ya ha recibido propuestas de otros restaurantes de toda España que desean adherirse a esta iniciativa: dos en Madrid, y otros dos en Asturias y Castilla-La Mancha. «Poco a poco nos está lloviendo gente que quiere ofrecer su restaurante para poder hacer esto por los más necesitados», dice.

El nombre elegido para lo que ya se perfila como una cadena de restaurantes solidarios nació «no por el sentido de quitar a los ricos para dárselo a los pobres, sino porque queremos subrayar el concepto de compartir. La solidaridad no es dar lo que te sobra, sino compartir lo que tienes. Y la gente debe darse cuenta de lo solas que se sienten muchas personas», explica el padre Ángel.

«Yo no quiero pedir perdón, quiero darles de comer»

El modo de funcionamiento de estos locales consiste en que de día es un restaurante normal, que sirve desayunos y comidas, pero por la tarde se cierra para servir las cenas en dos turnos: a las 19 y a las 20 horas, para 50 personas cada uno. El objetivo es que lo recaudado durante el día ayude también a cubrir las cenas de los que no pueden pagar.

«Yo les daría cubiertos de plata, la verdad. Y aunque se los llevaran sería porque lo necesitan, no pasaría nada», exclama el padre Ángel, que asimismo señala: «Cuando el Papa recibió a los sin techo hace unas semanas les dijo: “Os pido perdón por aquellos cristianos que cuando ven a un pobre miran hacia otro lado”. Yo no quiero pedir perdón, yo lo que quiero es darles de comer».

De eso da fe el mismo Óscar: «Yo antes colaboraba con varias ONG y al final me preguntaba: “¿A cuántas personas habéis sacado de la calle?”. Yo al único que conozco que saca a la gente de la calle es al padre Ángel».