Espacio interior. Historia de un secuestro - Alfa y Omega

Espacio interior. Historia de un secuestro

Desde México nos llega una película dramática, que, aunque tiene algo de thriller, es fundamentalmente el testimonio de un hombre que supo seguir siendo hombre en las condiciones más extremadas. Su fe fue imprescindible para no naufragar en la desesperación

Juan Orellana
Una escena de la película.

La película del debutante Kai Parlange nos relata el día a día de la historia real del secuestro de Lázaro, un importante arquitecto de Ciudad de México, que estuvo casi un año encerrado e incomunicado.

El actor Kuno Becker interpreta con soltura a este padre de familia, muy bien situado social y económicamente. Un día, al salir de casa, es secuestrado por una banda que sólo busca dinero rápido. Pero las negociaciones se dilatan y Lázaro permanecerá encerrado en un zulo de la localidad de Puebla durante nueve meses. Deberá desplegar todos sus recursos psicológicos y afectivos para no hundirse y enloquecer. En ese proceso, su fe católica jugará un papel decisivo.

Espacio interior se concibe desde de un planteamiento arriesgado desde el punto de vista dramático: la acción se limita a un pequeño espacio, y gravita sobre un solo personaje, cuyo único punto de vista es el que nos acerca a los hechos. Aunque ciertamente están los secuestradores, y los insertos imaginarios de la familia, es el actor Kuno Becker el lleva todo el peso de la evolución dramática de la historia: tiene que desplegar todos sus registros para mostrar en el espacio de noventa minutos desesperación y esperanza, angustia y serenidad, ímpetu y depresión…, sin caer en el histrionismo ni en transiciones forzadas.

En realidad, todo el desarrollo argumental es como el despliegue dramático de la metáfora inicial: Lázaro corre una maratón, sudoroso y esforzado, ante la mirada estimulante de su familia. El secuestro va a ser otra maratón en la que el personaje deberá emplearse a fondo. Lázaro es un hombre con fe, que también pertenece a una familia creyente. Familia y fe van a ser los dos pilares sobre los que él va a construir su supervivencia. Se da cuenta de que, para no sucumbir al desaliento, necesita mantenerse activo física, psicológica y espiritualmente. Para ello, diseña una sana rutina en la que se combinan los momentos de ejercicios gimnásticos, la oración y la lectura de la Biblia, con el aseo personal y limpieza del zulo, entre otras cosas. Pero lo más significativo es que toda esa actividad está atravesada de la continua memoria del amor de los suyos, especialmente su esposa y los niños, a los que él imagina continuamente frente a sí, y con los que finge mantener algún tipo de relación o conversación. Necesita hacerlos presentes de algún modo para sacar fuerzas y continuar luchando. Por otra parte, Lázaro trata de vivir virtuosamente, e incluso en el día de Navidad les pide a los secuestradores que recen con él, en un gesto de perdón y grandeza de ánimo.

La película, a pesar de su dureza, no es demasiado claustrofóbica, y no se recrea en los aspectos más morbosos de la situación, que los hay. Naturalmente, no estamos hablando de una película para todos los públicos o familiar, pero tampoco de una película feísta e hiperrealista en la que prime lo sórdido o desagradable. Se trata de una opera prima interesante, en la que el director Kai Parlange apunta más que maneras, y que combina la fuerza de una película con toques de género, con la potencia persuasiva de un drama moral de altura, impulsado por la elocuencia de un testimonio cristiano.

Espacio interior
Director:

Kai Parlange Tessmann

País:

México

Año:

2012

Género:

Drama

Público:

+12 años

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