Don Bosco en Madrid - Alfa y Omega

Don Bosco en Madrid

La mañana del 19 de octubre de 1899 llegaban a la estación de Atocha los salesianos Ernesto Oberti, Eustaquio Luguera y Joaquín Vega, procedentes de Utrera (Sevilla). A pie de andén los esperaba la cooperadora María Paz Sánchez, que les condujo a la calle Zurbano, 50, donde les había alquilado, de su peculio, una pequeña casa para empezar la obra salesiana en Madrid. De esto hace cien años

Francisco Rodríguez de Coro

Abordamos al Provincial de los salesianos de Madrid, padre Jesús Guerra Ibáñez, quien, exquisito y puntual, responde a nuestras preguntas.

Los salesianos de Madrid son la memoria de los chicos de los barrios populares de Lavapiés, Las Injurias, Embajadores, Atocha, Cuatro Caminos…
Llegamos a Madrid de la mano de una buena mujer, María Paz Sánchez, en 1899 a la calle Zurbano. Y después, también de la mano de Guillermo Rolland, Fernando Bauer, Ernesto Martínez Berrueco y otros bienhechores, pudimos comprarle al duque de Tetuán, Carlos O’Donnell, la primitiva casita de Ronda de Atocha, 17. Después…

Después se multiplicaron por los cuatro costados de Madrid. Hay quien coloquialmente habla hasta del holding Salesianos en Madrid.
Bueno, la mano tendida del señor arzobispo de Madrid, Cos y Macho, y de su sucesor, Guisasola Menéndez, aprobó de forma canónica nuestra presencia el 5 de junio de 1901. La primera comunidad salesiana regular la compusieron Ernesto Oberti, Antonio Castilla, Leandro Urra, Jesús Carvallo, Pedro Olivazzo, José Artacho y Joaquín Urgellés. Creer en lo que hacían realizó la maravilla. Oberti y Olivazzo eran italianos; Castilla y Artacho, andaluces; Urra, vasco; Carvallo, gallego; Urgellés, catalán. Como ves, todo un mestizaje. La sinfonía de veinte colegios que surgirían en nuestra provincia madrileña, catorce parroquias, media docena de institutos politécnicos, centros juveniles, plataformas sociales, etc., bien pudieron ser el resultado de un encaje perfecto de estos siete primeros salesianos de tan distinta procedencia, vaciados en don Bosco y en los valores más universales del Evangelio. Todo como la misma naturaleza.

Padre Jesús Guerra, provincial de los salesianos

¿Qué quiere insinuar, padre Guerra?
La naturaleza acomete sus evidentes abundancias, sin prisas y sin pausas, sin clamores. Y todo florece, se entrelaza, se une y trepa y se dispone a fructificar sin demasiado espectáculo. La naturaleza actúa siempre, despreocupada y fiera, delicada y tumultuosa. La naturaleza produce maravillas, pero sin dar espectáculos. Don Bosco enseñó a sus hijos a no buscar aplausos ni dar representaciones. Fieles a su fundador, ellos actúan, día a día, trabajan por sus muchachos y las clases populares… Y, sin darse cuenta, los chicos se convierten siempre en su mejor inversión.

¿Quiere esto decir que son ellos los que afirman sus muros y sus edificios, que son ellos los que respetan la distribución y destino de sus obras y, en el fondo, los que las multiplican, dinamizan y diversifican?
Sí, así es. En los días de Maura y de Primo de Rivera, abrimos las Escuelas populares y los Talleres salesianos de Atocha, Carabanchel, Paseo de Extremadura y Estrecho. De la posguerra surgirán nuestras colaboraciones, fuertes y prolongadas, con la sociedad madrileña en instituciones de tanto prestigio social y asistencial como la Institución Virgen de la Paloma, el Colegio de San Fernando de la Diputación Provincial y el Colegio de Huérfanos de Ferroviarios.

Ustedes son los pioneros de la enseñanza profesional en España y en Madrid.
Al campo del espíritu emprendedor de san Juan Bosco no es fácil ponerle puertas. Los Talleres salesianos, que él fundó, como vehículo de promoción social y plataforma de evangelización del aprendiz, del obrero, dieron paso, con el correr del tiempo, a los Politécnicos de Carabanchel, de Atocha, de García Noblejas, de Vallecas y de Aranjuez, éste último robustecido y culminado en Universidad Europea del Trabajo.

Parece que entre don Bosco y Madrid ha habido sintonía, encaje, química…
Yo diría más. Los salesianos que han trabajado en Madrid —más de mil— han crecido interior y exteriormente. ¿Por quién se nace, para quién se vive, por quién se muere? Estas preguntas las formulamos todos tantas veces. Para los hijos de don Bosco la respuesta neta no es otra que ésta: por Jesucristo y su Iglesia, para los muchachos, sobre todo los más necesitados, para las clases populares. A los salesianos que nos han precedido en la centuria que ahora conmemoramos, nunca se les acobardó el alma, no se echaron atrás. Brindamos nuestras iglesias para prestar el servicio de parroquias a las diócesis de Madrid, Getafe y Alcalá de Henares, en Fuenlabrada, Paseo de Extremadura, Hermanos García Noblejas, Estrecho, Atocha, y nos hicimos cargo de otras que nos confiaron las mismas diócesis en Caño Roto, Parla, Soto del Real, Pan Bendito, Alcalá de Henares.

Talleres de electricidad de las Escuelas Profesionales Salesianas Santo Domingo Savio

Todas las instituciones, si quieren sobrevivir, necesitan del sorprendente mundo de la comunicación, de imprescindibles horizontes y futuro.
No se elige ni el amor ni la muerte ni, creo, el propio punto de partida. Si el nuestro fue don Bosco, no podemos olvidar que él fue un genio de la comunicación, al servicio del Evangelio. Sus historiadores han editado ya sus 1.134 escritos, todos ellos fruto del amor a los chicos, a la gente sencilla de las clases populares y a la Iglesia.

En 1947 abrimos, en la calle Alcalá, 164, una editorial al servicio de la evangelización, que goza de muy buena salud; y en 1960 un servicio de intendencia: Misiones Salesianas, algo así como un sanatorio mundial para los chicos de todas las calles del mundo: metódico, ordenado, madrugador.

Nos ocupa también el mundo de las publicaciones. Aparte aquellas que trascienden el ámbito de nuestra Provincia —como pueden ser el Boletín Salesiano, Don Bosco en España, la revista de pastoral juvenil Misión Joven, Catequistas, Juventud Misionera—, dentro ya de nuestra propia Provincia salesiana nos servimos de publicaciones mensuales como el boletín informativo En Familia, Papeles del Animador, y aquellas que ven la luz en algunos centros juveniles que cuidan sus propios órganos de comunicación e irradiación. Y pensamos que en el campo de la comunicación nos quedan aún retos que asumir. La Congregación Salesiana se ha comprometido a una adecuada utilización de la comunicación social para transmitir el mensaje cristiano y para educar a los jóvenes en la fe.

Los salesianos de Madrid han sido, y siguen siendo, muchas cosas. Precisamente por eso, padre Provincial, ¿qué podría decirnos acerca de las inquietudes y proyectos que les animan, cien años después de su llegada a Madrid?
Proyectos e ilusiones no pueden faltan en la casa de don Bosco. Los salesianos somos hijos de un soñador, que sin más bagaje que su confianza ilimitada en Dios y su inmenso amor a los jóvenes acometió por ellos arriesgadas empresas. No en vano se había comprometido con ellos de por vida, al decirles: Yo por vosotros estudio, por vosotros trabajo, por vosotros vivo, por vosotros estoy dispuesto a dar mi vida. ¡Y vaya si la dio! ¡Hasta el último suspiro! ¡Y con inmensa alegría de poder inmolarse por ellos!

Sala de Dibujo Técnico, de Salesianos-Aranjuez

A decir verdad, la suya parece una empresa alucinante, pero muy comprometedora…
Pues, sí, pero merece la pena. Nuestra razón de ser en la Iglesia como salesianos radica fundamentalmente en el compromiso de sabernos enviados por Dios a ser para los jóvenes, desde la humildad, signos y portadores del amor que Él los tiene. La fe es una lente potentísima que nos permite descubrir a fondo y abarcar, a la luz de Cristo, la inmensa dignidad de los jóvenes, de todos los jóvenes, de los más pobres, necesitados de tantas cosas y expuestos, a veces, a tan serios peligros. Muchos de ellos no llegan a apreciar lo mucho que valen, porque nadie les ha descubierto lo que son para Dios.

¿Algún otro reto?
¡Sí! Hay varios. Cito sólo uno más. Estamos embarcados también en una tarea compartida con los seglares, cuyo papel la Iglesia está ayudando a descubrir y valorar de nuevo. De cara a los seglares que colaboran con nosotros de diversas maneras en la misión educativo-pastoral, tenemos ilusión por llevar a la práctica las indicaciones del último Capítulo General de la Congregación. Éste nos ha lanzado a la estimulante tarea de compartir con los seglares el espíritu y la misión de don Bosco.

¿Es verdad que los salesianos se dedican también a las misiones?
Sería muy largo hablar de nuestras inquietudes y presencias misioneras. Ciñéndome a la Provincia de Madrid, puedo decirte que de ella han partido para las misiones decenas de salesianos. Hasta enero de 1998, nuestra Provincia religiosa de Madrid incluía cinco casas misioneras: una en Bobo Dioulasso, en Burkina Faso, y cuatro en Guinea Ecuatorial. Hoy, esas casas pertenecen a otras circunscripciones o Provincias salesianas, si bien seguimos siendo solidarios con ellas con personal, cercanía espiritual y otros medios.

Patio de recreo de la Institución Profesional Salesiana, de Carabanchel Alto

Padre Guerra, ¿cómo ve el asunto de las vocaciones?
Don Bosco tenía muy a pecho el cuidar con especial solicitud las vocaciones apostólicas. Me refiero específicamente a las vocaciones a la vida consagrada y al sacerdocio. Él orientó personalmente muchísimas vocaciones no sólo a su Congregación, sino a otras familias religiosas de la Iglesia, según se manifestaba la voluntad de Dios en los candidatos. Además, en el haber apostólico de don Bosco figuran cientos de sacerdotes que él acompañó y encaminó a los seminarios diocesanos.

Buscar un recuerdo sobre el que deshacerse resulta imposible. En estos cien años salesianos en la Comunidad de Madrid se han recorrido muchos paisajes, se han señalado y socorrido muchas necesidades. Se han tendido muchas manos. El Provincial de los salesianos de Madrid, Jesús Guerra, costal de muchos proyectos y trabajos, tiene que bregar con la dinamización de numerosas obras en Madrid. La vida enseña, sí, y sobre todo al final de cien años. Gracias, padre Guerra, por su amabilidad en respondernos.

Nombres propios (1899-2000)

Ernesto Oberti (1854-1904)
Fundador de los salesianos en Madrid, primero en Zurbano, 50 (1889), después en Ronda de Atocha, 17 (1901). Asimismo primer Provincial de la Provincia céltica (1902). Preparó en Carabanchel Alto el primer seminario para los salesianos estudiantes. En 1904 acudió al X Capítulo General en Turín. Murió en Roma, ese año, de cáncer de hígado. Había nacido en Cuneo (Turín).

Antonio Castilla (1874-1928)
Colaborador y brazo derecho de Oberti, era natural de Huelva y vocación de Utrera. Ya sacerdote en 1889, fue destinado a Atocha, consolidando la obra en múltiples tareas. Aquí fue director cuatro años. En 1919 fue nombrado maestro de novicios, donde se cubrió de leyenda. Confesor de la Reina Madre, María Cristiana, adquirió los terrenos del Alto de Extremadura con la donación de la familia Cisneros. Murió allí en 1928.

Anastasio Crescenzi (1876-1964)
Vida larga y eje vertebral toda ella de los estudiantes salesianos. Nacido en Filacciano, cerca de Roma, se doctoró en Teología Dogmática, en la Pontificia Universidad Gregoriana. Compañero de Eugenio Pacelli, después Papa Pío XII, y discípulo de Billot, después cardenal, enriqueció su vida con su doctrina y comportamientos. Fundamento doctrinal de muchísimos salesianos, su decantación doctrinal fue la de don Bosco: santo Tomás, san Alfonso, san Francisco de Sales.

Antonio Torm (1872-1950)
Mosén Antón se ordenó sacerdote en la catedral más antigua de Cataluña, la de Seo de Urgel, en 1896. En 1903 ingresó en los salesianos. En 1919 empezó en Cuatro Caminos un Oratorio salesiano, en 1922, con el patrocinio del nuncio Tedeschini y la marquesa T’Serclaes. El Siglo Futuro se hizo paladín y en 1926 se logró colocar la primera piedra de la magnífica iglesia que hoy admiramos en Francos Rodríguez, por Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg, con la presencia del rector mayor de los salesianos, el beato Felipe Rinaldi. Nacido en las Guardias de Lérida, moría en Arévalo, después de una vida asendereada y rica.

Ramón Zabalo (1849-1932)
Entra en la Congregación a los 43 años, había sido maestro, secretario del Ayuntamiento de Tolosa y comerciante en Zaragoza. Con el respaldo del Beato Rinaldi empezó su andadura como salesiano con pie recio y bondad a toda prueba. Después de fundar en Baracaldo (1889), en 1904 sustituía como Provincial de Madrid a Oberti. Construyó la primitiva iglesia de Atocha y finalizó la de Carabanchel. Nos dejó el precioso libro, Tardes cristianas, para pequeños y grandes.

Pedro Olivazzo (1871-1958)
Nacido en Zanco de Villadeati (Alessandria) de Italia, fue uno de los muchachos que el 29 de enero de 1888 ofreció su vida para salvar la de don Bosco, junto a otros compañeros. Para él no fue una corazonada, sino una opción de por vida. Fue ordenado sacerdote, en 1895, en Santander- Viñas. Desde aquí arrancó su travesía: cuarenta años director en distintas comunidades, ocho como confesor y otros ocho inválido en Arévalo. Consolidó la presencia de Carabanchel en sus primeros años y robusteció, sin medida y sin pausa, la devoción a María Auxiliadora, que vivió desde la cercanía viva de san Juan Bosco.

Alejandro Battaini (1882-1953)
Procedía de Lombardía, después de haber estudiado en la Gregoriana la filosofía y la teología. Fundador de algunos colegios, como el de El Campello, del 1921 al 1928 dirigió el de Carabanchel, calando sobremanera en los bachilleres. Sus cualidades, de corazón y mente, lo llevaron con Olaechea, a las curias episcopales de Pamplona y Valencia, así como a su Seminario conciliar.

Rodolfo Fierro (1879-1974)
Nacido es Usme (Bogotá), se hizo salesiano en Fontibón (1894). El 13 de junio de 1911 defendió a los religiosos españoles ante la comisión parlamentaria segunda. Incluido en la Enciclopedia Universal Ilustrada -Enciclopedia Espasa- por su gran producción literaria: historia, biografía, sociología, pedagogía, fue colaborador habitual de El Debate, Prensa Asociada, Atenas, Educadores y otras, y recibió la Gran Cruz de Boyacá de Colombia y el Collar de Isabel la Católica.

Enrique Sáiz (1889-1936)
De Ubierna (Burgos), pasó a Sarriá (Barcelona) en 1908 a hacer su noviciado. Vivió in situ la Semana Trágica. De director de María Auxiliadora de Salamanca (1925-28), pasó a dirigir Carabanchel Alto (1928-1931) y Salesianos-Atocha de 1931 a 1934. La guerra civil le pilló en Carabanchel como director de los estudiantes de Teología. Encabeza el martirologio de los 47 salesianos de la Provincia de Madrid.

Felipe Alcántara (1888-1960)
Nacido en Barcelona, fue, sobre todo, un artista. Virtuoso del piano, escritor de muchos libros y folletos, Alcántara compuso más de ciento cincuenta zarzuelas y algunas operetas. De 1911 al 1915 fue jefe de estudios de Carabanchel y coordinador de pastoral de Atocha, pasando a ser Provincial de Madrid en 1933, cargo que ocupó hasta 1942.

Marcelino Olaechea (1889-1972)
Nacido en Baracaldo, después de mil peripecias fue nombrado director de Carabanchel, Provincial de Madrid y director de Atocha (1935), donde recibió la preconización para obispo de Pamplona. Recibió la consagración episcopal en la catedral de San Isidro de Madrid. Fue once años obispo de Pamplona y veinte arzobispo de Valencia.

Luis Chiandotto (1921-1971)
Nació en Concordia-Véneto (Italia). De 1945 a 1949 estudió Teología en la Pontificia de Salamanca. Fundador de las revistas Dirigentes y Técnica de Apostolado (la actual Misión Joven), fue pionero en la organización del asociacionismo juvenil salesiano y promotor de su movimiento juvenil. En 1965, a ser el primer inspector-director del Pontificio Ateneo Salesiano de Roma.

Esteban Ruiz (1898-1974)
Procedente de las Bárcenas (Cantabria), curtido en Pamplona, Astudillo y Vigo, fue rector de la Institución Virgen de la Paloma durante quince años, además de dirigir durante tres el Colegio de Huérfanos de Ferroviarios. Recibió la Medalla del Trabajo.

Modesto Bellido (1902-1993)
La sencillez y eficacia de este salmantino le hicieron el Archimisionero de toda la Congregación muchos años. Transformó Salesianos- Atocha y aceptó la dirección de la Institución Virgen de la Paloma y del Colegio de San Fernando. Fue mentor y consejero de posteriores Provinciales, como Emilio Corrales, Alejandro Vicente y Maximiliano Francoy.

Santiago Ibáñez (1923-1992)
De familia numerosa y cristiana, nació en Valoria del Alcor (Palencia). Las instituciones y las obras son como los animales: se entregan al que las rodea de cariño. Director de Puertollano, Salamanca (teologado), Arévalo, Fuenlabrada, fue Salesianos- Atocha su pedestal y su certificado oficial de afectos y aciertos. Aquí como en otros lugares, fue un auténtico triunfador.

Julián Ocaña (1914-1994)
Nacido en Tarancón fue ordenado sacerdote por el obispo de Madrid-Alcalá don Leopoldo Eijo y Garay en 1942. De 1953 a 1959 fue rector de la Institución Virgen de la Paloma. El cardenal Bueno Monreal le pidió dirigir el Secretariado Nacional de Formación Profesional, cargo que ocupó de 1959 a 1975, pasando después a Inspector General de Formación Profesional de la Iglesia (1975-1987). Condecorado con numerosas distinciones, recibió el doctorado honoris causa, el 4-12-1986, en Ciencias de la Educación por la Universidad Pontificia Salesiana de Roma.

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