Jubileo extraordinario para la patrona de Huelva en el XXV aniversario de su coronación pontificia - Alfa y Omega

Jubileo extraordinario para la patrona de Huelva en el XXV aniversario de su coronación pontificia

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Monseñores Noguer y Vilaplana, a los pies de María, en el santuario de la Virgen de Cinta. Foto: Diócesis de Huelva

Se acerca el XXV aniversario de la coronación pontificia de la Virgen de la Cinta, patrona de Huelva. Aquel hito histórico en el devenir de la devoción cintera y onubense tuvo lugar en el contexto de los congresos internacionales Mariano y Mariológico que se celebraron en la ciudad del Tinto y del Odiel en 1992, conmemorando el V centenario de la evangelización de América. El obispo de Huelva, monseñor Vilaplana Blasco, acogiendo los deseos de la Hermandad de la Virgen y del rector del santuario, solicitó y ha obtenido de la Santa Sede la concesión de un jubileo extraordinario, desde el 25 de marzo al 26 de septiembre de 2017, es decir entre la solemnidad de la Encarnación del Señor y la fecha conmemorativa de la coronación, que en nombre de san Juan Pablo II efectuaron el cardenal legado de los congresos, monseñor Martínez Somalo, y el entonces obispo onubense, monseñor González Moralejo. Entre una fecha y otra podrán los fieles obtener la indulgencia plenaria visitando el santuario y cumpliendo los requisitos que en estos casos pide la Iglesia. Se ha querido que esta conmemoración esté marcada por un verdadero sentido espiritual, para que los onubenses se encuentren con Jesús a través de la Virgen, peregrinando a su santuario del Conquero y recibiendo los santos sacramentos de la Penitencia y Eucaristía.

La coronación, concedida por bula de san Juan Pablo II, que al siguiente año, en su visita apostólica a Huelva, veneró la sagrada imagen arrodillándose ante la misma, hizo vibrar de gozo al pueblo de Huelva. Pero la coronación no fue otra cosa que el reconocimiento canónico de una histórica devoción, que hunde sus raíces en la Baja Edad Media, y que nace en torno al icono mural del siglo XV que preside la blanca y antigua ermita del Conquero, y que se va desarrollando con los múltiples milagros y favores que recibieron los onubenses y, especialmente los marineros de Huelva, que siempre la tuvieron como Singular Abogada. Algunas concreciones legendarias de la intercesión de la Virgen de la Cinta están recogidas en las vidrieras y en el zócalo del santuario: la historia de la invención, con Francisco Pedro y el toro arrodillado; la historia del zapatero Juan Antonio –el caritativo zapatero que en honor de la Natividad de la Virgen regalaba zapatos a los niños pobres–, o la historia del moro, que se convierte al ver los prodigios de la Virgen. De otras dan cuenta los relatos de tradición oral, así como los libros de favores de la ermita.

Imagen procesional conocida como Virgen chiquita. Foto: Diócesis de Huelva
Imagen procesional conocida como Virgen chiquita. Foto: Diócesis de Huelva

Es la devoción cintera peculiar en cuanto a su forma de expresión, porque el cariño y el amor a la Madre de Dios, bajo esta advocación, se canaliza a través del icono mural y de la preciosa imagen que tallara Benito Gómez del Castillo en el siglo XVIII. Es la imagen procesional, conocida como la Virgen chiquita. En una o en otra representación de la Santísima Virgen, Huelva reconoce la ternura de la Madre y la protección de la patrona de la ciudad, así nombrada en el siglo XVIII y refrendada como tal por bula Praeclara Dei Genitrix, del beato Pablo VI, en 1964. La tradición dice que ante el icono mural oró Cristóbal Colón, como recoge el azulejo de Zuloaga en el santuario, en cumplimiento del voto que hizo el almirante, y que se rememora cada año en marzo.

Los obispos de Huelva han venerado con singular afecto a la Virgen de la Cinta y han impulsado su culto. No han hecho otra cosa que refrendar, conscientes de la capacidad de convocatoria y unión de los onubenses que tiene la Virgen de la Cinta, lo que Huelva ha expresado de mil y una maneras: patronazgo canónico, coronación pontificia, donaciones, ofrendas, promesas, peregrinaciones cotidianas a su santuario, nombramiento de la alcaldesa, medalla de oro de la ciudad, patronazgo de las hermandades de penitencia, un comedor social y un monasterio con su nombre, asociaciones, una hermandad en Madrid, escuelas, etc. En Ella esta milenaria ciudad se mira y se siente querida, arropada, acurrucada. Ante «piratas e incendios», como canta la Salve marinera en su honor, encuentra su refugio, su consuelo, como lo supo expresar san Manuel González, su antiguo arcipreste. De su pluma, contemplando la imagen de la Virgen de la Cinta, nació, como un grito que parte desde lo más profundo del alma onubense, la preciosa oración: «¡Madre, que no nos cansemos!».

Juan Bautista Quintero Cartes
Vicecanciller del Obispado de Huelva