«¿Podemos renunciar al signo de toda la Iglesia diocesana?» - Alfa y Omega

«¿Podemos renunciar al signo de toda la Iglesia diocesana?»

Durante casi 800 años, la Iglesia ha sido la propietaria de la catedral de Córdoba, antigua mezquita. En este tiempo, su labor ha permitido conservar su impresionante patrimonio cultural y artístico. Entonces, ¿qué mueve la intensa campaña de la Junta de Andalucía contra el corazón de la Iglesia cordobesa?

María Martínez López
Vista de la catedral de Córdoba

«Podemos renunciar a un lugar de culto que es nuestro, donde está la cátedra de nuestro obispo y que es el signo de toda la Iglesia diocesana?». Se lo pregunta el padre José Juan Jiménez Güeto, portavoz del Cabildo de la catedral de Córdoba, ante la enésima campaña para arrebatar a la Iglesia sus derechos sobre la antigua mezquita. Viejas reivindicaciones de colectivos musulmanes, como el uso conjunto de la iglesia catedral por parte de ambas religiones, han encontrado el apoyo ferviente del Consejero de Turismo, Rafael Rodríguez (IU), que exige la gestión compartida del templo por parte de la diócesis y la Junta, o, de lo contrario, amenaza con la expropiación. La Presidenta, Susana Díez, se conforma con que la titularidad pase a la Junta, dejando la gestión –con límites– a la Iglesia. «Ni ellos se ponen de acuerdo», opina Jiménez Güeto.

Propiedad ininterrumpida durante 778 años

La Presidenta andaluza, Susana Díaz, decía el pasado sábado que no es «legítimo ni razonable que la Iglesia haya puesto a su nombre la mezquita (sic) por 30 euros». La líder socialista hacía alusión a la inmatriculación de la catedral de Córdoba por parte de la Iglesia, dando con ello a entender que, por esta vía, el Obispado se ha apropiado de un bien ajeno. Sin embargo, esta inscripción en el Registro sólo «significa poner a nombre de alguien algo que ya era suyo», explica Fernando Giménez Barriocanal, Vicesecretario para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal.

La Iglesia –añade– «dispone de bienes mucho antes de que existieran los Registros de la propiedad». Incluso cuando ya existían, «hasta 1998 no se podían registrar los templos». Ese año, la Ley Hipotecaria estableció un sistema transitorio de inmatriculación para inscribirlos, siempre que cumplieran ciertas condiciones: «Una declaración del obispo diciendo que ese bien es suyo, y que sea público y notorio que, de manera histórica, viene estando administrado por la Iglesia». La catedral de Córdoba cumple esos requisitos, y como tal se inscribió en el Registro, en 2006. Ninguna institución reclamó dentro de los plazos legales.

El Gobierno central ha reconocido esta propiedad. En mayo, el Ministerio de Hacienda desestimó la denuncia de un particular, explicando que la titularidad de la Iglesia se remonta a 1236 y que «el inmueble en cuestión ha tenido un único titular catastral, siendo éste el Obispado». El mismo documento afirma que esta titularidad privada es compatible con ser Patrimonio Histórico. Recientemente, respondiendo a la pregunta parlamentaria de un diputado socialista por Córdoba, el mismo Ministerio insistía en que la catedral «no forma parte del Patrimonio de la Administración General del Estado», y por tanto «no hay actuaciones de defensa que deban realizarse».

También la Junta reconoció, en un convenio de 1991, a la Iglesia como titular. Sin embargo, ahora ha dado al Cabildo un plazo de tres meses para acceder a la co-gestión, «sin que sepamos nada de un informe jurídico que encargaron hace diez meses. Si no, nos tendremos que atener a la ley, aunque no sabemos lo que significa eso», explica el portavoz del Cabildo. Se ha llegado a hablar de expropiación, pero sería imposible justificarla por «utilidad pública o interés social», ya que el acceso al monumento es universal, por horarios y por tarifas.

Al Obispado no le faltan argumentos para defender sus derechos. La Junta acusa al Cabido de intentar ocultar el origen musulmán del monumento, lo que dañaría su interés turístico. Pero la palabra mezquita aparece en 23 ocasiones en la página web de la catedral, más otras seis en los folletos. El gran patrimonio artístico islámico se ha conservado precisamente gracias a la labor de la Iglesia durante 800 años. «Nuestro equipo trabaja continuamente bajo la tutela de arquitectos nombrados por la Junta de Andalucía, y para cualquier obra extraordinaria se consulta y se piden los permisos necesarios. No hacemos nada sin la supervisión de la Administración».

La Junta dice temer por el daño para el atractivo turístico de un monumento en el que no ha invertido un euro en 18 años, y sobre el que apenas informa en la web de la Consejería de Turismo ni en el centro de visitantes cercano. A pesar de ello, el número de visitantes crece año a año (en 2014, fueron 1.565.017, un 9 % más que en 2013). Un aumento que no han visto otros monumentos cordobeses de gestión pública, como Medina Azahara. La UNESCO, que según amenazaban algunos podía retirar el título de Patrimonio de la Humanidad si el Obispado no cedía, elevó en junio la catedral a bien de excepcional valor universal, reconociendo que «el uso religioso ha asegurado en gran parte la preservación».

Córdoba, ¿La Meca de Occidente?

La polémica sobre la catedral de Córdoba surge de forma periódica desde 2004. «En 2006, la Junta Islámica de España, presidida por Mansur Escudero, pidió insistentemente el uso compartido –recuerda el portavoz del Cabildo–. La sociedad cordobesa rechazó la petición». Monseñor Asenjo, el entonces obispo, realizó un escrito «que hizo suyo la Santa Sede» y que explicaba que la presencia de la Eucaristía en la catedral «hace inviable celebrar la oración de otra tradición religiosa en su recinto. Por otra parte, el uso compartido no contribuiría a la convivencia pacífica». En 2007, Escudero decía que «sería muy bello convertir Córdoba en La Meca de Occidente».

El padre José Juan cree que la Plataforma Mezquita-Catedral de Córdoba, impulsora de esta última ofensiva, «es heredera de esto. Logran mucho impacto, incluso internacional, y no sabemos bien con qué medios. Creemos que lo que dicen ahora es un primer paso, y tememos que luego se pida el culto compartido; y que, como ni los musulmanes ni la Iglesia quieren el culto compartido, se termine convirtiendo en un museo, como Santa Sofía en Estambul. ¿Quién se alegra con esto?». Por ejemplo, la Organización para la Cooperación Islámica, que representa a 52 países, entre ellos Arabia Saudí o Irán, y ha aplaudido a la Junta de Andalucía. «Al final, estamos colaborando con los planes de los países musulmanes, que nunca han perdido el interés por su mezquita y por Al Andalus».

Lo fundamental: el culto

En efecto, «el objetivo fundamental de la catedral es el culto», subraya el portavoz del Cabildo. Todos los días hay tres Eucaristías, y se expone el Santísimo gran parte de la mañana. Es decir, cualquiera puede rezar, celebrar y confesarse «durante casi todo el día», sin contar los actos diocesanos. El acceso al culto es gratuito, y el resto del tiempo las tarifas son inferiores a otros monumentos similares.

Si todo está tan claro, ¿a qué se deben entonces las constantes campañas? La diócesis considera que la única novedad es que, a viejas reivindicaciones de algunos grupos musulmanes, se han sumado ahora el PSOE e IU. «Pensamos que puede haber de fondo un interés electoral», pero desde el Cabildo temen que, «por buscar este rédito a corto plazo, estemos alimentando algo que en el futuro nos suponga un dolor de cabeza».

15 siglos de Historia

Siglo VI: En el lugar donde se alza la catedral de Córdoba, se empieza a construir la basílica visigoda de San Vicente Mártir. De ella, se han recuperado mosaicos (foto 1), y elementos arquitectónicos, expuestos ahora dentro de la catedral (foto 2).

785: Tras la llegada de los musulmanes y la desaparición de la basílica, comienza a construirse la mezquita, bajo Abderramán I. Los artistas utilizaron elementos de otras culturas, como los mosaicos, «que no sólo son totalmente de inspiración bizantina, sino que vinieron de Bizancio. Los musulmanes fueron buenos mecenas, y encargaron este templo a los mejores», explica el portavoz del Cabildo.

1236: Fernando III el Santo conquista Córdoba, respetando la vida de los musulmanes y permitiéndoles ir donde quieran con sus bienes. La mezquita se convierte, por voluntad del rey, en propiedad de la Iglesia.

1239: Tras ser Córdoba erigida como diócesis, monseñor Lope de Fitero es consagrado como su primer obispo, y la antigua mezquita pasa a ser catedral. En el mismo siglo XIII, hay ya tres documentos que reconocen la titularidad de la Iglesia, respetada desde entonces por todos los poderes públicos (monarquías, repúblicas o dictaduras). Desde entonces, el Cabildo ha gestionado el templo. Dentro de esta labor, «se ha puesto en valor el patrimonio islámico. Desde la Ilustración hasta ahora, se han retirado elementos, como pequeños altares, colocados en un primer momento y que ocultaban el arte original y las huellas de los Omeyas. Todo ello, con esmero y un estudio serio y responsable para que no se pierda nada», subraya el padre Jiménez Güeto.