¿Descubrió el mundo en El Cairo? - Alfa y Omega

¿Descubrió el mundo en El Cairo?

El Niño Jesús, que vio la luz en Belén, ¿descubrió el mundo en El Cairo? Los años pasados en Egipto, ¿de qué manera pudieron influir en la condición humana de Cristo?

Alfredo Amestoy
Interpretación de la huida de la Sagrada Familia a Egipto, según la comunidad copta egipcia.

¿Se puede creer que la huida a Egipto, además de poner a salvo a Jesús de la matanza de Herodes, contribuyó a que el niño descubriera en la tierra de los faraones un mundo teogónico que ni Galilea, ni Judea, ni Grecia, ni Roma, reflejaban mejor? Sin duda.

Fuesen dos años, tres o cuatro, o cinco los que la Sagrada Familia permaneciera en Egipto, está claro que un niño excepcional pudo añadir al arameo que le hablara su madre, el idioma egipcio y el griego que se había extendido en aquellos años y había llegado ya de Alejandría a El Cairo, en cuyas inmediaciones viviría Jesús. El conocimiento de Isis, de Apis, el buey encarnado de Oriris, Amón, Aton…, que todavía se veneraban en Egipto, le supondrían unas referencias que, en Roma, Cibeles y Mitra, importadas de Oriente, no le hubiesen dado.

Sólo en El Cairo, cuando se visita el barrio copto, donde se levanta la iglesia episcopal de San Sergio, y donde aseguran habitó la Sagrada Familia, y desde donde, en aquel tiempo, y aún hoy día, se podían contemplar la Esfinge y las Pirámides, se comprende la importancia que supuso esa estancia para el Niño Jesús.

Evangelios y leyendas apócrifas, que los coptos no han rechazado como hizo la Iglesia de Roma, hablan de milagros realizados por el Niño, como incorporan a la expedición de la huida a otros personajes, entre ellos a María Salomé, una de las tres Marías del Sepulcro y que fue la comadrona de la Virgen. Ésta es la mujer que los coptos colocan junto a la Sagrada Familia y el asno en la barca que cruza el Nilo y que se venera en el barrio cristiano de El Cairo, como si se tratara del Portal de Belén.

Los coptos prolongan la estancia de Jesús en Egipto, alegando que José se estableció allí como carpintero y pudo mantener a su familia sin problemas, y porque, a pesar de la noticia de la muerte de Herodes, el recuerdo del viaje desde Belén, casi quinientos kilómetros y más de veinte días, a los que sumar los otros ciento veinticinco kilómetros de Belén a Nazaret, no animaba al retorno. Jesús conocería en Egipto la existencia de otros cultos como el zoroastrismo, en cuyo monoteísmo cabía la figura del Padre y de un Espíritu Santo y una cosmología dualista con el bien y el mal, encarnado por el diablo, Ahriman.

Si la estancia fue larga, Jesús aprendería en Egipto a leer y a escribir. Parece que no aprendió a hacer cuentas. No necesitó muchos cálculos para multiplicar los panes y los peces. Y en mala hora encargó a Judas que le llevara la administración.

Es indudable que Cristo no olvidaría nunca su estancia en Egipto. Allí descubrió el mundo. Y un niño guarda toda la vida en su corazón los primeros recuerdos. ¿Qué niño olvida a los amiguitos con los que jugó?

Pero, ya que hemos hablado de dinero, la pregunta del millón sería ahora una similar a la que se hizo un día el poeta Manolo, el Pollero. Es muy teológica y a Manolo, que ya ha muerto, se la habrá respondido el mismo Dios.

«Cuando con los otros niños, en Egipto, jugabas tú, ¿sabías o no sabías que eras el Niño Jesús?».

Yo creo que lo sabía. ¿Sabemos nosotros quién es Él? Parece que no. Es la pregunta que les hizo a sus discípulos: «Quién dice la gente que soy yo?… Y vosotros ¿quién decís que soy yo?».

Crecía en sabiduría, en estatura y en gracia

Junto al cumplimiento de los designios sobrenaturales de la Encarnación, necesaria para permitir después el supremo y último objetivo de la Redención, la naturaleza humana de Cristo, igual que exigía un cuerpo mortal y un desarrollo físico, también reclamaba un crecimiento intelectual y moral, basado en conocimiento de saberes y aceptación de costumbres. Este proceso quizás se aceleró durante la estancia de la Sagrada Familia a orillas del Nilo, con una civilización y una cultura de treinta siglos.