Los inmigrantes nos juzgarán - Alfa y Omega

Los inmigrantes nos juzgarán

La actitud que adoptemos ante las personas inmigrantes dirá qué tipo de cristianos somos en este momento de la historia

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Foto: EPA/José Manuel Vidal

El Papa dedica la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado a los migrantes menores, los más indefensos dentro de esos alrededor de 250 millones de hombres y mujeres que lo han dejado todo para escapar de la miseria o la guerra. Su huida está llena de peligros. Las políticas migratorias de los estados –denuncia Francisco–, se centran en blindar las fronteras, lo que acentúa la situación de vulnerabilidad y deja a estas personas a merced del crimen organizado. El Papa menciona la prostitución forzosa, el trabajo esclavo y el reclutamiento en redes mafiosas o en milicias armadas. Hay convenciones internacionales y leyes que deberían impedir esto, como recuerda el mensaje la Conferencia Episcopal Española, pero se incumplen sistemáticamente debido a «la irrelevancia política de los niños en situación de exclusión». De modo que, en el mejor de los casos, según denuncian los obispos, tras sufrir «las penalidades propias del camino migrante», estos chicos se ven empujados a «la calle, donde, si acaso, con otros menores emprenderán la huida permanente hacia adelante para que las autoridades no los internen en los centros preparados para acogerlos», y crecerán en un ambiente plagado de «violencia, intereses bastardos y trapicheos».

La llegada al país de destino de un migrante suele ir acompañada de penosas formas de discriminación en todos los órdenes de la vida, lo cual, lejos de facilitar la integración, genera rechazo en personas que, en su mayoría, terminarán asentándose en nuestros países (en 2016 solo un tercio de los extranjeros con orden de expulsión fueron deportados de la UE, según Eurostat). Siquiera por pragmatismo habría que replantearse muchas cosas. Pero el Papa recuerda además a los cristianos el mandamiento de acoger al forastero. Francisco asegura que el fenómeno de la inmigración es «un signo de los tiempos», mensaje que enfatiza al hacerse cargo él personalmente –de forma temporal– de la pastoral de migraciones en la Santa Sede. Con ello, nos está diciendo también que la actitud que adoptemos ante los inmigrantes dirá qué tipo de cristianos somos en este momento de la historia.