Última etapa del Camino de Santiago: el sentido de la vida - Alfa y Omega

Con nosotras está Heike. Es una chica alemana que está haciendo medio año sabático para discernir sobre su vida y su destino. Nos conoció en el Camino de Santiago, en el albergue de Santa María en Carrión de los Condes, donde hacemos acogida cristiana con los peregrinos. Todos buscan llegar a Santiago, pero el puerto al que arriban tiene más nombres: el sentido de la vida; una distracción más en este parque temático que es la existencia, a menudo tan aburrida; el consuelo para un dolor, una despedida, una pérdida, un fracaso; el sometimiento a un esfuerzo extremo; la necesidad de compañía…

Heike llegó a Carrión dando vueltas a la cabeza sobre un corte radical con la vida y al encontrarse con las hermanas en el albergue, sobre todo en la Eucaristía y la bendición al peregrino, sintió que no habría más dilaciones, el corte lo daría a la vuelta de Santiago. Y, así fue. Dejó el trabajo, a la familia, su piso, sus amistades y relaciones y se vino al monasterio a rezar, pensar y trabajar mientras aprende castellano con Elisabeth, otra hermana nuestra llegada de Alemania, o con Jadzia, postulante de Polonia.

Europa tiene necesidad de Dios. En su loca carrera hacia el individualismo lacerante, hacia su liberación de todas las tutelas, hacia su cómodo nivel de vida y su código de bienestar, muchos de pronto se paran en seco y claman a un Dios que les pueda salvar. Yo he visto ya varios de estos parones en seco. Es un golpe de gracia. Es la llamada del salmón. Se sale del mar de los Sargazos y se emprende la subida del río de la vida buscando el momento más fecundo de la existencia, la razón de ser, el afán de ir con otros hacia el mismo destino, sin escatimar esfuerzos, abandonos, pérdidas e incluso muertes. Que Europa conozca muchos de estos parones en seco, conversiones hacia Dios; que haya lugares a lo largo de su camino que le hagan retornar a las raíces, a sus fuentes de Vida, a los orígenes de la fe. Que muchos, muchas, como Heike, Elisabeth, Noemi, Érika, Jadzia, sean los signos de una esperanza para Europa: Dios visita al hombre y le da vida abundante y eterna.