Trump previsible - Alfa y Omega

A un día de la toma de posesión del 36º presidente de Estados Unidos, algunos siguen preguntándose por la incógnita Trump. A estas alturas no deberíamos albergar la más mínima duda. Como nos dicen desde el otro lado del océano, «desengañaos, es lo que parece». Sin entrar en análisis políticos generalizados, comparto mi inquietud por una ingenua aprobación del discurso de Donald Trump que en España se da incluso entre no pocos católicos. En plena campaña electoral oí argumentar que Donald Trump, a diferencia de su contrincante demócrata, Hilary Clinton, defendería la vida (en relación con la legislación del aborto) y la libertad religiosa. No alcanzo a entender dicho argumento.

En primer lugar por un pequeño detalle contextual: el nuevo presidente de Estados Unidos va a ser el primero en haber sido amonestado públicamente por un Papa, por su alarmante posición en política migratoria. En segundo lugar por el contexto de su mensaje ético, salpicado no solo de declaraciones sino de propuestas racistas, xenófobas, machistas y antisociales. Y en tercer lugar, porque con respecto a la defensa de la vida y libertad religiosa, el proyecto Trump hace aguas. Si ahora es contrario a las legislaciones abortistas (no siempre lo fue), Trump defiende un sistema sanitario (que mejor o peor la Administración Obama intentó corregir) por el que todos los años 50.000 estadounidenses pierden la vida por falta de una cobertura sanitaria universal.

Por otro lado es falaz que defienda la libertad religiosa quien anuncia prohibir la entrada de musulmanes en su país y defiende el toleracionismo, que discrimina los derechos concretos de la libertad religiosa según de qué religión se trate. Desde su declaración Dignitatis humanae el Concilio Vaticano II reprobó este principio porque los cristianos no deben defender solo su libertad religiosa, sino la de todos los hombres, enraizada en su sagrada dignidad.

Tal vez el fenómeno Trump, más allá de inscribirse en la generalizada proliferación de populismos y radicalismos políticos, responda a la crisis de valores de la misma sociedad occidental. Advirtiendo el catedrático de ética ecuatoriano Juan Morales Ordóñez la ausencia en Trump de las «virtudes católicas como humildad, paciencia, templanza, temperancia y caridad», piensa que «tal vez, el candidato vencedor de Estados Unidos ganó porque representa una de las poderosas esencias negativas de la condición humana que exacerba la individualidad y el menosprecio de los otros».