Las Carboneras - Alfa y Omega

Las Carboneras

Cristina Tarrero
Foto: Alfa y Omega

Existen en el Madrid antiguo varios edificios conocidos como BIC, Bienes de Interés Cultural, que gozan de una protección especial, merecen ser visitados y son poco conocidos. Este es el caso del convento del Corpus Christi, situado tras la plaza de la Villa, entre la pequeña y curiosa calle del Codo y la plaza del Conde de Miranda. Fue fundado por doña Beatriz Ramírez durante el reinado de Felipe III. Doña Beatriz había sido dama de corte de la reina Ana de Austria, esposa del rey Felipe II, que deseaba construir un convento de la Orden Jerónima para su hija. Esta sería más tarde primera abadesa del mismo, sor Juana del Corpus Christi. En la ciudad ya existía otra fundación de la orden en su rama femenina, en este caso fundado por otra Beatriz, doña Beatriz Galindo, popularmente conocida como la Latina, preceptora y camarera de la reina doña Isabel I.

Fue construido en el siglo XVII siguiendo los diseños del arquitecto Miguel de Soria. Se conserva intacto sin reconstrucción, ya que otras iglesias y monasterios madrileños del mismo periodo fueron intervenidos y modificados en el siglo XVIII por el arquitecto Ventura Rodríguez. Esta joya arquitectónica de Madrid tiene en su interior un retablo eucarístico y posee en vez de sagrario en el centro un expositor. El retablo alterna pintura y escultura, el lienzo central dedicado a la última cena fue realizado por Vicente Carducho y el calvario por Antón Morales, inspirado en la obra de Pompeo Leoni de El Escorial. A ambos lados del arco toral se encuentran las imágenes de los fundadores de la orden, san Jerónimo para la rama masculina y santa Paula para la rama femenina.

El convento conserva varias tradiciones que han llegado hasta nosotros y que nos refieren al Madrid devocional. La primera, el nombre popular por el que se le conoce, el de las Carboneras, pues la iglesia posee un cuadro de la Inmaculada que fue rescatado por un fraile en una carbonería.

Otra tradición nos refiere que allí se conserva un lienzo de la imagen de Jesús que pudiera haber pertenecido a santa Teresa y que le acompañó en sus viajes; y por último, sin duda, la tradición que podemos saborear, la elaboración de dulces artesanales por parte de las monjas. Si tras visitarlo participamos en una celebración eucarística sentiremos a la comunidad que se encuentra tras las rejas, en clausura, orando.