Comunión y gratitud - Alfa y Omega

Comunión y gratitud

Al final de la Misa de acción de gracias por los veinte años de ministerio episcopal en Madrid de don Antonio María Rouco, el pasado día 11 de octubre, el obispo auxiliar don Fidel Herráez Vegas pronunció estas palabras, ofreciendo al señor cardenal, en nombre de la Iglesia diocesana, un cáliz y una patena, signo y expresión de gratitud

Redacción

Querido señor cardenal: acabamos de celebrar esta Eucaristía, que ha presidido usted acompañado por varios hermanos obispos, el Presbiterio diocesano, institutos de vida consagrada, asociaciones y movimientos apostólicos, fieles de las comunidades parroquiales, familiares y amigos, convocados todos para poner hoy ante el Señor la más sentida y honda acción de gracias.

Vivimos siempre la Eucaristía como misterio de comunión y fuente de misión. Y, al hacerlo en esta ocasión, hemos querido recapitular lo que ha sido su entrega e impulso evangelizador entre nosotros.

Cuando llegó a Madrid, hace 20 años, nos traía una llamada que había alentado su ministerio, que resonaba en su corazón de pastor y era la leyenda grabada en su escudo episcopal: In Ecclessiae communione. Y desde la primera Carta pastoral nos invitó a caminar con generosidad y audacia para eso, para Evangelizar en la comunión de la Iglesia.

La comunión en la Iglesia, antes de ser una tarea, es don de Dios que recibimos y que se fortalece en la Eucaristía. El Espíritu Santo nos conduce al conocimiento de Jesucristo, que es la Verdad; nos une a Él como los sarmientos a la vid; nos hace una misma cosa con Él; miembros de su cuerpo, diferentes pero trabados en una misma gracia, en una misma fe, en una misma misión.

Unidos en la Eucaristía al Enviado del Padre, quedamos convertidos también nosotros en enviados para anunciar el Evangelio. La comunión con la verdad que nos ilumina y nos libera, aviva en nosotros el deseo de comunicarla y nos lleva a la misión. Así nos lo recuerda usted en su última Carta pastoral: Comunión misionera, gozo del Evangelio.

Comunión y misión, dos aspectos programáticos de su labor que, como respuesta fiel y agradecida, pedimos a Dios que queden acuñados en el corazón de la diócesis, en esta Eucaristía. Ahora, como signo de esta gratitud, queremos ofrecerle un cáliz y una patena. Nos gustaría que estos vasos sagrados le recordaran siempre nuestro reconocimiento por su entrega pastoral, a lo largo de estos veinte años, para conducirnos a la comunión con Jesucristo, desde donde nos llega persistente y comprometido el envío a anunciar el Evangelio. Llevan una sencilla grabación que expresa el agradecimiento de la comunidad diocesana. Al tiempo que repetimos la oración del Salmo 115: «¿Como pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación invocando su nombre».

Qué Él le bendiga y que Nuestra Señora de la Almudena, Patrona de nuestra Villa, guíe y acompañe siempre sus pasos por los caminos de la paz.