Incansable defensor de la verdad de la familia - Alfa y Omega

Incansable defensor de la verdad de la familia

Salió a la calle el verano del 2005 para defender el matrimonio cristiano; apoyó las movilizaciones contra la Ley Orgánica de Educación, que limitaba el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos y llenó la madrileña Plaza de Colón año tras año, en plena Navidad, para celebrar la belleza de la familia. Dos décadas del cardenal Rouco en la Iglesia en Madrid defendiendo los pilares de la civilización

Rosa Cuervas-Mons
El cardenal Rouco, en la manifestación La familia sí importa, en defensa del matrimonio cristiano, en 2005

«Ni la familia, ni el matrimonio en el que se funda, ni el don de la vida -los hijos-, su primer fruto, están a disposición de la voluntad de hombre alguno o de cualquier poder humano. Ni las personas particulares, ni los grupos sociales, ni la sociedad en su conjunto, ni la autoridad del Estado pueden manipular a su gusto sus orígenes, su naturaleza y sus propiedades esenciales». Claridad meridiana en la intervención del cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, durante la primera celebración de la Misa de las Familias, en la Plaza de Colón, el 30 de diciembre de 2007. No era, ni mucho menos, la primera vez que el cardenal defendía con rotundidad la verdad de la familia.

Sus palabras de entonces, a pesar de que hubo quien las quiso entender en clave política, no fueron sino una repetición de la que ha supuesto una de las grandes preocupaciones del cardenal: la necesidad de salvaguardar los derechos humanos, por encima de mayorías parlamentarias, más allá -o, mejor dicho, más profundo- que un color político. Porque -así lo explicó él mismo durante una intervención en el Foro Economía y Sociedad, en 2007- el principio de la mayoría no puede determinar «el valor del hombre, ni su dignidad ni sus derechos».

Derechos como, por ejemplo, la libertad de los padres para elegir la formación de sus hijos, que el cardenal llamó a defender con la carta en la que animaba a participar en la manifestación contra la LOE en 2005, «por la importancia que la educación de los niños y jóvenes ha tenido siempre para la Iglesia y por lo que indudablemente afecta a la persona y a la sociedad en este momento clave de cambios educativos». Meses antes, en el verano de ese mismo año, el propio cardenal participaba en la marcha La familia sí importa, que defendía el matrimonio cristiano ante la posible legalización -que luego se haría efectiva- del matrimonio homosexual. «Junto con los planes pastorales y su ingente magisterio a favor de la familia, es de destacar el empeño incansable del cardenal por defender de forma incondicional la verdad de la familia y la vida a todos los niveles, incluso desde los medios de comunicación y los actos públicos», destaca en este sentido el delegado de Pastoral Familiar del Arzobispado de Madrid, don Fernando Simón.

La ya célebre Misa de las familias ha sido, continúa el padre Simón, «el gran testimonio alegre y bello ante Madrid, España y el mundo, de todo lo que llevamos en el corazón. El Evangelio de la familia mostrado en la calle». Cientos de miles de personas abarrotando Madrid en el frío diciembre son, sin duda, la imagen para el recuerdo que deja el paso por Madrid del cardenal Rouco, pero a su lado hay que colocar también dos Planes pastorales dedicados en exclusiva a la familia, un Sínodo diocesano, decenas de Cartas y homilías centradas en el valor de la familia, el apoyo incondicional a los Centros de Orientación Familiar (COF), así como a las familias que sufren, y un «desvelo, una ternura pastoral» que le ha hecho detenerse, «sin mirar el reloj», con abuelos, matrimonios que celebran sus Bodas de Oro, niños…, resume don Fernando Simón. «No ha ahorrado energías. Está en su corazón y su cabeza. Si el Papa Juan Pablo II fue el Papa de la familia, el cardenal Rouco ha sido el cardenal de la familia».

El porqué de una Misa

Desde el 2007, ha convocado a las familias cristianas de España a una Misa especial, en una época especial: Navidad. Durante unas horas, Madrid se teñía de más niños de los habituales, más abuelos, más sonrisas… Era el propio cardenal, y durante la primera convocatoria, el que explicaba el porqué de esta particular celebración: «Las familias cristianas de España han querido ofrecer un testimonio público, festivamente expresado, de que en la experiencia cristiana se descubre, recibe y vive el gran don del amor (…) como la única fuerza que permite andar la peregrinación de este mundo con esperanza. Ofrecemos nuestro testimonio, no lo imponemos», subrayaba, pero expresaba su deseo de que las instituciones y la sociedad acogieran ese valor insustituible del matrimonio y la familia según el proyecto de Dios. Siete años de testimonio de amor.