La empresa que demuestra que la conciliación es rentable - Alfa y Omega

La empresa que demuestra que la conciliación es rentable

Miguel Ángel Ferrer es el socio único y director de Arrabe Asesores, un despacho de asesoría y gabinete jurídico para empresas que se ha decidido por favorecer la conciliación, lo que ha aumentado año tras año la facturación por empleado. Fue la primera empresa de su sector que obtuvo, en el año 2007, el sello efr de conciliación (Empresa Familiarmente Responsable) que concede la Fundación Másfamilia

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Miguel Ángel Ferrer, a la izquierda, con parte de su equipo. Foto: María Pazos Carretero

Con 25 personas distribuidas en cuatro centros de trabajo, el interés de Miguel Ángel por ayudar a las mujeres a compatibilizar su vida laboral y la posibilidad de ser madres viene de lejos: «Esta es una empresa familiar que se fundó en 1964, y siempre se ha intentado facilitar la vida de la gente, que haya un buen clima de trabajo, que los trabajadores se sientan identificados con la empresa… Todo eso une y da equilibrio. Intentamos poner al alcance de la gente facilidades y al mismo tiempo pedimos –y recibimos– corresponsabilidad a la hora de hacer el trabajo».

No lo ha tenido fácil, porque su sector «es muy rácano en este campo de la conciliación: los despachos suelen ser muy despóticos y los horarios tienden a ser interminables». Sin embargo, su apuesta ha sido decidida, ya que ha puesto a disposición de los trabajadores una batería de 50 medidas como ampliar los permisos de lactancia o de maternidad/paternidad, dar una gratificación por cada niño que nace o crear una bolsa para la compra de pañales. A las trabajadoras que están embarazadas y que tienen dificultades para trasladarse les ofrece también habilitar un equipo de teletrabajo desde casa, una posibilidad abierta a cualquier empleado cuando alguna dificultad le impide desplazarse hasta el lugar de trabajo. Pero las medidas más solicitadas son la flexibilidad en el horario de entrada y de salida, el poder abandonar el trabajo en caso de urgencia de algún hijo o la cobertura del 100 % de la nómina cuando se produce alguna baja por incapacidad temporal.

Ferrer subraya que estas medidas «generalmente no tienen mucho coste, lo que es una gran ventaja para la empresa». Y en este punto es claro: trabajando así «no he perdido dinero». Es más, piensa que ha salido ganando porque «la retribución emocional que generan estas medidas produce un nivel de compromiso muy elevado», de modo que «la rotación de los empleados es inexistente ahora mismo, ahorrando costes de selección y formación de nuevos trabajadores. Y todo esto es un modo de retención del talento que tenemos. Es un ahorro. Desde que hicimos esta apuesta, los porcentajes de facturación por empleado han ido aumentando año tras año».

Con estas facilidades, además, «el absentismo laboral ha desaparecido por completo», y ha entrado en juego «una variable más difícil de medir: estar muy involucrados en la gestión incrementa la productividad, beneficia al ambiente de trabajo, hace que el cliente se encuentre muy bien atendido… Es un retorno que no es cuantificable pero es muy real».

Educar al empresario (y a los futuros empresarios)

«Desgraciadamente sigue habiendo mucho miedo a la maternidad y es ridículo», lamenta Rafael Fuertes, director general de la Fundación Másfamilia, la institución que lleva desde el año 2006 concediendo el certificado efr (Empresa Familiarmente Responsable) a los negocios que apuestan por la conciliación laboral y familiar. «La media que tenemos en España es de dos embarazos por trabajadora. ¿Qué supone eso en una vida laboral de 40 años? No se puede medir a una persona por el tiempo que pasa de baja, sino por lo que hacen cuando están trabajando. Además, gestionar una familia da a la mujer unas capacidades nuevas que benefician a la empresa, y hay que tener en cuenta que la baja natalidad nos va a pasar una factura muy cara a medio plazo en España», afirma.

La solución no es fácil, y aquí entran en juego tanto la responsabilidad de los empleados como la de los empresarios, sin olvidar las medidas que la Administración puede ejecutar en el ámbito económico y también en el educativo.

Para Rafael Fuertes, «se necesitan líderes conscientes» de la rentabilidad de introducir medidas de gestión de la conciliación en las empresas. Y aquí desmonta el tópico de que son las grandes empresas las que lo tienen más fácil: al contrario, «son las pymes las que van por delante porque hay más cercanía y se ven las circunstancias de cada trabajador en cada momento».

Desde Másfamilia han sugerido a la Administración, que es la mayor contratista de nuestro país, «puntuar a las empresas que invierten en conciliación». Rafael pone como precedente la conciencia social sobre medio ambiente que se ha desarrollado en nuestro país en los últimos años, algo que ya se refleja en las cláusulas de contratación pública.

Por último, el cambio cultural pasa por la educación. «Si hoy nuestros hijos vienen del colegio convencidos de la necesidad de reciclar, también deberían ser educados en la necesidad de conciliar vida familiar y laboral, porque ellos van a ser los futuros empresarios».