«Jesús no olvida a ninguno» - Alfa y Omega

«Jesús no olvida a ninguno»

«Jesús nos quiere mucho y no se olvida de ninguno. ¿Está claro?» –«¡Oo po!» (¡Sí!) Es la sencilla catequesis que dio el Papa a 300 niños de la calle atendidos por la fundación ANAK-TnK. El Papa se llevó de regalo una foto del Santísimo expuesto en un basurero, donde muchas familias y niños se buscan la vida

María Martínez López
La foto que regalaron al Papa, que muestra una adoración al Santísimo en los basureros. Foto: ANAK-TNK

Alvin ha pasado la mayor parte de sus diez años durmiendo sobre un cartón. Su madre vivía en las calles de Manila, y lo abandonó. Como tantos otros niños de la calle, estaba expuesto al hambre, la delincuencia, los engaños de quienes prometen ayuda pero los captan para el servicio doméstico o la prostitución; y las drogas –marihuana, shabu, pegamento…– Alvin fue afortunado: nunca las probó. Y un día, hace menos de un año, los educadores de la fundación católica ANAK-Tulay ng kabataan (Puente de la juventud) le ofrecieron el único hogar que ha conocido: uno de los centros en los que intentan rehabilitar a 300 niños de la calle.

ANAK-TnK tiene más programas. En la zona de basureros de Smokey Mountain, no sólo ayudan a las familias que sobreviven rebuscando en los desperdicios que llegan de todo Manila. Una vez al mes, su director, el sacerdote francés Matthieu Dauchez, expone al Santísimo entre la basura. Javier Pascual, un joven español que ha estado un año en la fundación como voluntario, explica que «Dios quiere estar con ellos en mitad de esta pobreza absoluta. Los programas de ayuda son muy importantes», pero, en la Adoración, «Dios se hace presente entre ellos».

Alvin abraza al Papa, a su llegada al centro de la fundación ANAK-TnK. Foto: Foto: ANAK-TNK

Y si Cristo lo hace, ¿por qué no su Vicario? Cuando se supo que el Papa iba a visitar Filipinas, la fundación lanzó la campaña ¿Incluso a nosotros?, en la que los niños le pedían que los visitara. Los responsables prometieron a Alvin que, si lo lograban, él sería el primero en recibirlo. El jueves pasado por la noche, todos los niños de la calle atendidos por la fundación se juntaron en uno de los centros de acogida, por si acaso. Era el mejor sitio para esperar al Papa, que iba a celebrar Misa en la cercana catedral el viernes. Eran 300 niños en una casa para 20, pero «respondieron muy bien»: silencio por la noche, y, al despertar, ensayos y juegos para calmar los nervios. Lo cuenta Javier, que voló a Manila. Ahora está poniendo en marcha la fundación en España, pero no podía perdérselo. Por fin se confirmó: ¡Viene el Papa!

Como le habían prometido, Alvin fue el primero en abrazarlo. Le siguieron el resto. «Todos querían acercarse lo más posible. Lo más difícil era recordar a los mayores que los necesitábamos para controlar a los pequeños, y que no se alterasen ellos también». Volvió la calma, y Alvin tomó el micrófono: «Su visita significa mucho para nosotros, porque representa a Jesús y nos da esperanza». El Papa hizo una catequesis muy sencilla: «Jesús nos quiere mucho y no se olvida de ninguno de nosotros. ¿Está claro?». –«¡Oo po!» (¡Sí!).

Estas palabras se hicieron vida en los abrazos del Santo Padre. «El hecho de que fuera a visitarles es muy importante –explica Javier–. Son niños abandonados. En su corazón siempre guardarán una herida» y una incertidumbre profundas, «ya que las personas que más debieron quererles son aquellas que más daño les han podido hacer. Son corazones que piden ser amados, como el de Jesucristo». Como recuerdo, el Papa se llevó de vuelta, al Vaticano, una foto de la Adoración en el basurero.