El Papa alaba a las familias numerosas «que acogen a cada hijo como una bendición» - Alfa y Omega

El Papa alaba a las familias numerosas «que acogen a cada hijo como una bendición»

El Papa Francisco ha hecho balance de su viaje a Filipinas y Sri Lanka, y ha vuelto a insistir en el gran valor de las familias numerosas, «que acogen cada hijo como una bendición». Además, ha denunciado que la causa de la pobreza no está en las familais con muchos hijos, sino en un sistema económico injusto, y ha invitado a rezar por los cristianos asesinados en Níger tras la publicación de las viñetas ofensivas de la revista Charlie Hebdo

José Antonio Méndez
El Papa, hoy, a su llegada a la Audiencia

En la primera Audiencia General tras su viaje a Filipinas y Sri Lanka, el Papa Francisco ha hecho balance de su viaje y ha vuelto a poner en valor el papel de las familias numerosas, «que dan consuelo y esperanza» a la sociedad y que «acogen a cada hijo como una bendición», frente a una sociedad que promueve una cultura egoísta y «de descarte».

Después de que sus palabras sobre la paternidad responsable, durante la rueda de prensa en el avión que le llevaba de vuelta a Roma, levantasen un cierto revuelo mediático, el Papa ha insistido en que «da consuelo y esperanza ver tantas familias numerosas que acogen a los hijos como un verdadero don de Dios: ellos saben que cada hijo es una bendición».

Además, el Santo Padre destacó que, durante su viaje, «escuché decir que las familias con muchos hijos y el nacimiento de muchos niños se encuentran entre las causas de la pobreza», algo que tildó de «una opinión simplista», pues «la causa principal de la pobreza es un sistema económico que ha quitado a la persona del centro y ha colocado al dios dinero; un sistema económico que excluye, que excluye siempre: excluye a los niños, a los ancianos, a los jóvenes sin trabajo…, y crea la cultura del descarte que vivimos. Nos hemos acostumbrado a ver personas descartadas. Éste es el motivo principal de la pobreza, no las familias numerosas».

Tras hacer un repaso por los puntos principales de su viaje por Asia, el Papa Francisco recordó que «el cuidado de los pobres es un elemento esencial de nuestra vida y del testimonio cristiano», y esto «implica el rechazo de toda forma de corrupción –porque la corrupción roba a los pobres– y requiere una cultura de honestidad».

Al concluir la Audiencia, también tuvo palabras para los cristianos asesinados en Níger a causa de las polémicas viñetas publicadas por el semanario Charlie Hebdo: «Quisiera invitar a rezar juntos por las víctimas de las manifestaciones de estos días en el amado Níger. ¡Se han perpetrado brutalidades contra cristianos, niños, iglesias! Invoquemos del Señor el don de la reconciliación y de la paz, para que nunca el sentimiento religioso se vuelva ocasión de violencia, de atropello y de destrucción. ¡No se puede hacer guerras en nombre de Dios! Anhelo que cuanto antes se pueda restablecer un clima de respeto recíproco y de pacífica convivencia por el bien de todos».

Texto completo de la Audiencia General

Queridos hermanos y hermanas: ¡Buenos días!

Hoy me gustaría hablarles de mi reciente viaje apostólico a Sri Lanka y Filipinas, que realicé la semana pasada. Después de la visita a Corea de algunos meses atrás, fui nuevamente a Asia, continente de ricas tradiciones culturales y espirituales. El viaje ha sido sobre todo un alegre encuentro con las comunidades eclesiales que en aquellos países, dan testimonio a Cristo: las he confirmado en la fe y en la misión. Conservaré para siempre en el corazón el recuerdo de la alegre acogida de parte de las multitudes –en algunos casos incluso oceánicas– que ha acompañado los momentos destacados del viaje. Además, he alentado el diálogo interreligioso al servicio de la paz, como también el camino de aquellos pueblos hacia la unidad y el desarrollo social, especialmente con el protagonismo de las familias y de los jóvenes.

El momento culminante de mi estadía en Sri Lanka fue la canonización del gran misionero José Vaz. Este santo sacerdote administraba los Sacramentos, a menudo en secreto a los fieles, pero ayudaba indistintamente a todos los necesitados, de toda religión y condición social. Su ejemplo de santidad y amor al prójimo continúa a inspirar a la Iglesia de Sri Lanka en su apostolado de caridad y de educación. He indicado a San José Vaz como modelo para todos los cristianos, llamados hoy a proponer la verdad salvífica del Evangelio en un contexto multirreligioso, con respeto hacia los otros, con perseverancia y con humildad.

Sri Lanka es un país de gran belleza natural, cuyo pueblo está buscando reconstruir la unidad después de un largo y dramático conflicto civil. En mi encuentro con las Autoridades gobernativas he subrayado la importancia del diálogo, del respeto por la dignidad humana, del esfuerzo de involucrar a todos para encontrar soluciones adecuadas en la búsqueda de la reconciliación y del bien común.

Las diversas religiones tienen un papel significativo para desarrollar a este respecto. Mi encuentro con los exponentes religiosos ha sido una confirmación de las buenas relaciones que ya existen entre las varias comunidades. En este contexto, he querido alentar la cooperación ya iniciada entre los seguidores de las diferentes tradiciones religiosas, también con el fin de poder sanear, con el bálsamo del perdón, a cuantos todavía están afligidos por los sufrimientos de los últimos años. El tema de la reconciliación caracterizó también mi visita al santuario de Nuestra Señora de Madhu, muy venerada por las poblaciones Tamil y Cingalesas y meta de peregrinación de miembros de otras religiones. En aquel lugar santo pedimos a María nuestra Madre poder obtener para todo el pueblo cingalés el don de la unidad y de la paz.

Desde Sri Lanka partí hacia Filipinas, donde la Iglesia se prepara para celebrar el quinto centenario de la llegada del Evangelio. Es el principal País católico de Asia, y el pueblo filipino es bien conocido por su profunda fe, su religiosidad y su entusiasmo, también en la diáspora. En mi encuentro con las Autoridades nacionales, así como en los momentos de oración y durante la concurrida Misa conclusiva, he subrayado la constante fecundidad del Evangelio y su capacidad de inspirar una sociedad digna del hombre, en la cual hay lugar para la dignidad de cada uno y para las aspiraciones del pueblo filipino.

Propósito principal de la visita, y motivo por el cual decidí ir a Filipinas, y éste era el motivo principal, ha sido el poder expresar mi cercanía a nuestros hermanos y hermanas que han sufrido la devastación de tifón Yolanda. Fui a Tacloban, la región más gravemente afectada, donde he rendido homenaje a la fe y a la capacidad de recuperación de la población local. En Tacloban, lamentablemente, las condiciones climáticas adversas causaron otra víctima inocente: la joven voluntaria Kristel, arrollada y muerta por una estructura azotada por el viento. Luego he dado las gracias a quienes, de cada parte del mundo, han respondido a sus necesidades con una generosa profusión de ayudas. La potencia del amor de Dios, revelada en el misterio de la Cruz, se hizo evidente en el espíritu de solidaridad demostrada por los muchos actos de caridad y de sacrificio que marcaron esos días oscuros.

Los encuentros con las familias y con los jóvenes, en Manila, fueron momentos destacados de la visita a Filipinas. Las familias sanas son esenciales para la vida de la sociedad. Dá consuelo y esperanza ver tantas familias numerosas que acogen a los hijos como un verdadero don de Dios: ellos saben que cada hijo es una bendición. Escuché decir que las familias con muchos hijos y el nacimiento de tantos niños se encuentran entre las causas de la pobreza. Me parece una opinión simplista. Puedo decir, -podemos decir todos- que la causa principal de la pobreza es un sistema económico que ha quitado a la persona del centro y ha colocado al dios dinero; un sistema económico que excluye, excluye siempre, excluye los niños, los ancianos, los jóvenes sin trabajo, y que crea la cultura del descarte que vivimos. Nos hemos acostumbrado a ver personas descartadas. Éste es el motivo principal de la pobreza, no las familias numerosas. Evocando la figura de san José, que ha protegido la vida del Santo Niño, muy venerado en ese país, he recordado que es necesario proteger a las familias, que se enfrentan a diversas amenazas, de modo que puedan testimoniar la belleza de la familia en el proyecto de Dios. Es preciso también defender las familias de las nuevas colonizaciones ideológicas, que atentan su identidad y su misión.

Y fue una alegría para mí estar con los jóvenes de Filipinas, para escuchar sus esperanzas y sus preocupaciones. He querido ofrecerles mi aliento por sus esfuerzos para contribuir a la renovación de la sociedad, especialmente a través del servicio a los pobres y de la tutela del medio ambiente natural.

El cuidado de los pobres es un elemento esencial de nuestra vida y del testimonio cristiano: he indicado esto también en la visita. Implica el rechazo de toda forma de corrupción –porque la corrupción roba a los pobres– y requiere una cultura de honestidad.

Doy gracias al Señor por esta visita pastoral a Sri Lanka y Filipinas. Le pido que bendiga siempre estos dos Países y que confirme la fidelidad de los cristianos al mensaje del Evangelio de nuestra redención, reconciliación y comunión en Cristo.

RV

Palabras al terminar la Audiencia

«Quisiera invitarlos a rezar juntos por las víctimas de las manifestaciones de estos días en el amado Níger. ¡Se han perpetrado brutalidades contra cristianos, niños, iglesias! Invoquemos del Señor el don de la reconciliación y de la paz, para que nunca el sentimiento religioso se vuelva ocasión de violencia, de atropello y de destrucción. ¡No se puede hacer guerras en nombre de Dios! Anhelo que cuanto antes se pueda restablecer un clima de respeto recíproco y de pacífica convivencia por el bien de todos», aseguró el Papa.

En días pasados numerosas iglesias fueron quemadas en nuevos enfrentamientos y manifestaciones violentas que se desataron en Niamey, capital de Níger, así como en la localidad sureña de Zinder, provocados por la publicación de nuevas caricaturas del profeta Mahoma. Más de diez personas murieron y más de 170 resultaron heridas, por los enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas del orden que procedieron al uso de gases lacrimógenos.

Después de dedicar su catequesis central a su Viaje Apostólico a Sri Lanka y Filipinas, y evocando la belleza, intensidad y conmoción de los momentos vividos en estos dos países, con su profundo agradecimiento a Dios, en sus saludos a los peregrinos de lengua árabe, en particular a los provenientes de Oriente Medio, recordó a los cristianos perseguidos en el mundo: «Queridos hermanos y hermanas durante mi viaje apostólico a Sri Lanka y Filipinas, mi pensamiento se dirigió también a ustedes y a todos los cristianos perseguidos en el mundo. Les aseguro de nuevo mi cercanía paterna e invoco sobre ustedes la bendición divina».

Dirigiéndose a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, el Obispo de Roma alentó asimismo a pedir al Señor, en especial en esta semana de oración por la unidad de los cristianos, –cuyo lema se inspira en las palabras de Jesús a la Samaritana «Dame de beber» (Jn 4, 1-42)– que confirme a todos los bautizados en la fidelidad al mensaje evangélico y en el compromiso común por la reconciliación y la paz: «La semana de oración por la unidad de los cristianos, que estamos celebrando, nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre nuestra pertenencia a Cristo y a la Iglesia. Queridos jóvenes, recen para que todos los cristianos sean una única familia; queridos enfermos, ofrezcan sus sufrimientos por la causa de la unidad de la Iglesia de Cristo; y queridos recién casados, vivan la experiencia del amor gratuito como es el de Dios para con la humanidad».

RV