Con estos bueyes hay que dialogar - Alfa y Omega

Con estos bueyes hay que dialogar

La incidencia de los católicos es hoy anormalmente baja en la política española. Es una responsabilidad compartida por todos

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Foto: Juan Piedra

Los principales partidos políticos españoles se resitúan ideológicamente. El primero en celebrar un congreso fue Ciudadanos, que aspira a ocupar todo el centro, sin etiquetas que le resten votos por la izquierda o la derecha. El PP ha seguido una estrategia similar. En asuntos muy sensibles para su electorado católico, los populares renuncian abiertamente a derogar la ley del aborto, se muestran abiertos a hablar sobre la eutanasia y aparcan la polémica de los vientres de alquiler. La dirección del partido parece dar por buena la tesis de que, en estos momentos, no se dan las condiciones para que surja un nuevo actor político de cierto peso que abandere esos valores, ni siquiera para un partido que asumiera un discurso xenófobo como el de Le Pen en Francia. Notable reposicionamiento también el de Podemos, que sale de Vistalegre 2 convertido en algo mucho más parecido a un partido de izquierdas clásico, como el PCE en su día, aunque con una imagen más juvenil. Falta solo por saber si el PSOE optará por el centroizquierda, como dicta la lógica. Lo que es seguro es que, en los próximos años, los socialistas serán determinantes en la vida política española y seguirán marcando la agenda en temas sociales y morales, ante la pasividad de unos y el mayor radicalismo de los otros.

¿Lecciones para los católicos? Sigue vigente el llamamiento de los obispos a la participación en la política a través de las diversas opciones legítimas existentes. No es una vocación fácil ni apetecible en estos días, lo cual demanda un acompañamiento mucho mayor a los católicos que se han decidido a dar el paso y tienen que afrontar situaciones muy complejas. Pero con estos bueyes hay que dialogar, y no vale sentarse a criticar lo que hacen otros desde la comodidad del propio sillón. Ni vale dejar los asuntos públicos en manos solo de políticos profesionales. Si la incidencia de los católicos es hoy anormalmente baja en la política española, habrá que pensar en una responsabilidad compartida por todos. Hacer comunidad, y comunidad atractiva, fue siempre una especialidad de la Iglesia, pero en estos tiempos de individualismo exacerbado a veces parecemos haber perdido esa capacidad.