Momento culminante de la Misión Joven madrileña - Alfa y Omega

Momento culminante de la Misión Joven madrileña

Antonio María Rouco Varela
El cardenal Rouco, arzobispo de Madrid, durante su discurso de saludo al Santo Padre, al comienzo de la Audiencia con los peregrinos madrileños, protagonistas de la Misión Joven

Santo Padre:

Aquí tiene a miles de jóvenes peregrinos madrileños de las tres diócesis de la Provincia Eclesiástica -Madrid, Alcalá de Henares y Getafe- que con sus catequistas, sus sacerdotes y sus obispos quieren decirle al Papa: ¡la Misión Joven de Madrid, los jóvenes de Madrid, están con el Papa!

Durante el curso que acaba de terminar, muchos de ellos han salido al encuentro de sus jóvenes compañeros, en las calles y plazas de Madrid, sus lugares de ocio y diversión, en los polideportivos y en el Metro, en los colegios y la universidad…, para anunciarles la buena noticia de Jesucristo Salvador del hombre, de que sólo Él, como Vuestra Santidad les ha recordado recientemente, «puede colmar las aspiraciones más íntimas del corazón del hombre»; de que sólo Él, Jesús, el Señor, «es capaz de humanizar la Humanidad y conducirla a su divinización». Otros se han comprometido en una callada e intensa labor de renovación de la pastoral juvenil a partir de lo que hemos venido llamando las mesas de arciprestazgo. Todos se han mostrado como testigos valientes y generosos de Jesucristo, tal como se lo había ya predicho y pedido nuestro inolvidable Juan Pablo II en el Encuentro con la juventud de España en el aeródromo de Cuatro Vientos, de Madrid, en la vigilia del tres de mayo del año dos mil tres. Aplicándoles la palabra del Señor a sus Apóstoles al ascender al cielo: «Seréis mis testigos» (Hch 1, 8), les decía: «¡Id con confianza al encuentro de Jesús! Y, como los nuevos santos, ¡no tengáis miedo de hablar de Él!… Es preciso que os convirtáis en apóstoles de vuestros coetáneos».

Santo Padre, le podemos asegurar que lo han sido y lo quieren continuar siendo el próximo curso. ¡La Misión Joven contagia! ¡Contagia espiritual y eclesialmente! A ella se incorporarán los jóvenes matrimonios madrileños el próximo curso. ¡Los matrimonios jóvenes católicos de Madrid evangelizan a los matrimonios jóvenes!

Querido Santo Padre, los jóvenes de Madrid quieren ser entre sus compañeros pregoneros fieles, vibrantes y gozosos de la perenne y siempre actual confesión de Pedro: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Agradecidos en lo más hondo del corazón por esta audiencia, que con excepcional afecto paternal nos habéis concedido en esta calurosa mañana de vuestro tiempo de descanso, os pedimos, Santo Padre, que nos iluminéis y nos animéis en nuestro compromiso misionero con la juventud madrileña, puesto que sólo en comunión con el Papa, el sucesor de Pedro, con Pedro, hoy Benedicto XVI, sentida y vivida con alegre y plena fidelidad, nuestro testimonio de amor a Jesucristo será verdadero y fecundo para la evangelización de los jóvenes de Madrid.

Ha querido acompañarnos en este encuentro con el Santo Padre, momento culminante de la Misión Joven madrileña, la Excelentísima señora Presidenta de la Comunidad de Madrid, en un fino gesto de sintonía con los jóvenes católicos madrileños.

Querido Santo Padre, ¡la Misión Joven de Madrid está con el Papa! ¡Cuente con los jóvenes de Madrid, incondicionalmente! Cuente con ellos para la XXIII Jornada Mundial de la Juventud en Sídney. Estoy seguro de que hacen suya la petición del mensaje de Vuestra Santidad: «Que cada uno de vosotros tenga la valentía de prometer al Espíritu Santo llevar a un joven a Jesucristo, como mejor lo considere, sabiendo dar razón de vuestra esperanza pero con mansedumbre (cf. 1 Pe 3, 15)».

María, la Virgen de la Almudena, Patrona de toda la archidiócesis de Madrid, ha sido y es la Estrella de la Misión Joven y de nuestra peregrinación a Roma. Quiera santa Teresa Benedicta de la Cruz-Edith Stein, la santa del día, la joven testigo de la sabiduría de la cruz para nuestro tiempo, hija excelsa de santa Teresa de Jesús, interceder por la Misión Joven de Madrid.

¡Gracias, muchísimas gracias, querido Santo Padre!