21 de octubre: san Viator, siervo bueno y fiel - Alfa y Omega

21 de octubre: san Viator, siervo bueno y fiel

Viator fue educado por la Iglesia en Lyon y se terminó convirtiendo en lector de la misma. Fue el siervo más bueno y fiel de su obispo Justo. Ambos se retiraron al desierto de Egipto para llevar una vida de oración y penitencia. Murieron en Egipto y sus restos fueron trasladados a Lyon para ser venerados por el pueblo

José Calderero de Aldecoa

La historia de san Viator es una historia de fidelidad. Viator permaneció siempre fiel a su obispo y lo siguió hasta la muerte.

El santo nació en Lyon en el siglo IV. Su vida se desarrolló en torno a la catedral, pues fue allí donde se formó. Leía y comentaba la Palabra de Dios y terminó por convertirse en Lector de la catedral y en el siervo más fiel del obispo san Justo.

San Viator incluso acompañó a su obispo a hacer penitencia en el desierto de Egipto. Tras el concilio de Aquilea, año 381, san Justo se sitió responsable de la muerte de un hombre a manos de una muchedumbre enfurecida. Decidió abandonar la sede episcopal e irse al desierto de Egipto a llevar una vida de oración y penitencia. Viator acompaña al obispo en su viaje y en el cariz que toma la vida de Justo.

San Justo y san Viator vivieron, sin revelar su identidad al resto de monjes, en un monasterio de Egipto. Fueron reconocidos poco después por un hombre que dio el aviso en Lyon del paradero del obispo y de su lector. El pueblo decidió enviar un emisario, llamado Antioco, para pedir la vuelta de ambos pero los dos santos, ahora eremitas, no se dejaron convencer.

Justo muere después de la visita de Antioco, que lo sucederá como obispo de Lyon. Viator muere poco después de que muera Justo. Tras la muerte de ambos sus cuerpos son trasladados a Lyon y venerados por el pueblo.